Debajo de lo que fue la ciudad, se extiende la red subterránea de alcantarillado de la antigua Assido Caesarina, de casi un metro de ancho. Recorría toda la ciudad canalizando el
agua de las
lluvias y conduciendo las residuales hasta desembocarlas en el
río. Las que se visitan son las cloacas máximas, donde desembocaba todo el entramado de cloacas más pequeñas que se extendían por el trazado urbano. Los muros están hechos de sillares de
piedra y el suelo es el original, impermeabilizado con una capa formada por una mezcla de
cerámica triturada y cal. La visita a los restos de la ciudad
romana termina en la
calle Álamo, donde se pueden visitar los restos de la antigua calzada romana, de cinco metros de ancho y construida con grandes losas de piedra.