Tu mirar es de azogue y es de acero, columpiado en pupilas trabajadas por soles y por vientos. Desveladas en el ingente esfuerzo palanguero. ¡cuánto mar en tus ojos! Prisionero de batidos aguajes que a oteadas, resumen descubiertas trasnochadas, desde el cantil cautivo del pesquero. ¡cuánto mar en tus ojos! Se te afina, la roca, el fango, el ancla, la bocina; la imagen del pescado entre las redes, cuando el párpado cede la vigilia, y en tu proa hay un nombre de familia; Ana, Rosario Caridad, Mercedes...
Juana María.
Juana María.