Como una serpiente que zigzaguea rodeando Vejer, así se eleva aún hoy día su vieja
muralla defensiva, que cuenta con cuatro
arcos de entrada: el de la Segur, el de Sancho IV, el de la Villa y el de
Puerta Cerrada. Es uno de los grandes reclamos del turismo en Vejer. A lo largo del cercado hay también un puñado de
torres, desde las que se tienen vistas espectaculares del
pueblo y el
valle. Una de las más típicas (y visita imprescindible que hacer en
Vejer de la Frontera) es la de la
Casa del Mayorazgo, del siglo XVIII y con un radiante
patio colmado de
flores (ni más ni menos que 450 macetas). Las vistas desde arriba son preciosas.