La enigmática
tradición perdida que se ha convertido en emblema de Vejer. La localidad gaditana mantiene el uso de un
traje castellano que solo deja al descubierto un ojo y que muchos confunden con un burka El ojo emerge del
manto negro como única y luminosa referencia de la que se oculta. “Punza y penetra”, llegó a escribir el célebre viajero Richard Ford en 1845. No le falta razón. En la tórrida tarde de agosto, la enigmática cobijada posa envuelta, en su absoluta oscuridad, ante un fulgurante y blanco callejón de
Vejer de la Frontera (
Cádiz). Un turista se topa con la escena. Apresurado saca el móvil y dispara
fotos sin piedad, antes de perderse por la
esquina satisfecho por su hallazgo. Andrea Vallejo se desprende de su manto de cobijada mayor y se hace la luz. A sus 18 años no oculta “el enorme orgullo”