Baena es, sin duda, uno de los mejores pueblos que he conocido y esto lo digo sin passión de baenense, pues no soy nativo de aquí. La Semana Santa quizás sea la celebración más representativa de la ciudad y es digno de ver el colorido, el calor humano los sentimientos populares que desbordan de manera incontenible cuando Nuestro Padre Jesús traspone el umbral de San Francisco... Yo, uno de los muchos que vinimos para unos días y después no fuimos capaces de marcharnos, y otros como yo, creo que debemos manifestar ese sentimiento que ennoblece y engrandece a los humanos: gratitud, enormes carretadas de agradecimiento por haber encontrado el segundo pueblo que, si bien no es del de nacimiento, es mucho más que un simple dato de residencia en nuestro DNI. Gracias, querido pueblo de Baena.