La torre más bonita del mundo sin ninguna duda. Es que cuando estas fuera de Bujalance un tiempo, la echas de menos y cuando vuelves y te vas acercando por la carretera y empieza a despuntar entre los cerros de olivos se te ponen los vellos de punta y el corazon se te acelera. Es un sentimiento que solo lo puede comprender un bujalanceño de corazón o una persona relacionada con este maravilloso pueblo.