![Murallas de la Villa.](/fotos_reducidas/9/6/0/00515960.jpg)
Los testimonios más antiguos se remontan al Paleolítico superior. Durante la época
romana la ciudad de Igabrum alcanzó cierta importancia, encontrandose numerosos hallazgos en la zona de la Villa Vieja.
Asentada la villa de Licabrum en el corazón del país, que habitaran en otros tiempos los Turdetanos Béticos, descendientes de Tartesos, de quienes tantas y tales maravillas de saber y riquezas nos refieren Plinio el Viejo y Estrabón, donde algunos autores aseguran que los griegos edificaron un grandioso templo dedicado a la diosa Tyche, adoptada por los
romanos como diosa Fortuna.
Cabra está situada 10 kilómetros al norte de
Lucena, rodeada de fértiles
campos de
huertas. Centro geográfico de
Andalucía y morada del escritor Juan Valera, tiene en su
Sierra uno de sus principales recursos turísticos. El nombre de Cabra tiene su origen en las dos representadas en la mitad superior de su
escudo, animales que simbolizan la prosperidad. En la mitad inferior, las cabezas de cinco árabes representan la mortandad de árabes durante la conquista de la villa por el rey
San Fernando (Fernando III). Su origen se remonta a la Prehistoria, como se comprueba con los restos hallados en las
cuevas de Jarcas y de los Mosquitos. De su etapa prerromana posee numerosos restos ibéricos, hallados en el recinto que hoy ocupa el
castillo, alcanzando gran importancia geopolítica. Bajo el influjo
romano recibió el nombre de Igabrum. Fue una época de gran esplendor para la ciudad en la que se exportaron mármoles de sus canteras. Con los Visigodos fue sede episcopal manteniendo su esplendor. Tras la ocupación árabe, pasó a poder de Fernando III mediante un pacto realizado con sus habitantes, que mantuvieron sus
costumbres y religión. Juan II se la entregó al primer conde de Cabra, fundando aquí su señorío. Durante mucho tiempo la
agricultura ha sido su principal medio de vida, aunque en la actualidad también es una ciudad de servicios.
BAÑOS DE CABRA. Entre las muchas y frondosas huertas que circundan este
pueblo y hacen su terreno fértil y agradable, se encuentra una que contiene un riquísimo manantial de
agua medicinal, por las muchas sales que tiene en disolución, y gran cantidad de azufre, de una trasparencia extremada y una temperatura bastante fría, lo que la hace provechosa para la curación de diferentes enfermedades. Gran número de observaciones recogidas por los profesores de medicina y cirugía D. Antonio Váldelvira, D. Antonio Garcia y D. José Sanjinés, confirman su eficacia en la curación de casi todas las enfermedades cutáneas, como los herpes o empeines, la sarna, verrugas, escamas, erisipelas ant., vicio escrofuloso, llagas pútridas, almorranas; y en las enfermedades internas, como flujos de sangre y blancos, diarreas inveteradas, flatulencia, histérico, melancolía, debilidades, convulsiones, y generalmente en todas las afecciones nerviosas, existiendo en el pueblo muchas personas curadas de algunas de las ya dichas dolencias, a beneficio de su virtud. El actual dueño de la
huerta nombrada del Baño de San Juan, D. Alejo Chavarre, ha mejorado considerablemente en beneficio y utilidad de los que convencidos de la bondad y virtud de estas
aguas, acudan a él a buscar la cura de sus dolencias. No ha omitido gasto alguno para conciliar el recreo con la decencia, y al electo ha cercado dicha
finca y ha abierto comunicaciones independientes para los baños de ambos sexos, aumentando con este decoroso objeto otro estanque contiguo, que recibe el agua del mismo nacimiento o
cueva de San Juan, el cual se halla unido al ant., y solo los separa una pared divisoria. Estas mejoras notables proporcionarán a todos la ventaja de poder concurrir a la hora que gusten, sin las incomodidades y
exposiciones que antes eran consiguientes, cuando no existían los departamentos para ambos sexos.
* Diccionario geográfico - estadístico - histórico de
España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz.
Madrid, 1848.