CABRA: CABRA. CORDOBA...

CABRA. CORDOBA
En 1455 el rey Enrique IV de Castilla lo nombra conde de Cabra y tras una etapa de anarquía y de guerras civiles en los señores feudales de la Corona de Castilla D. Diego Fernández de Córdoba y Montemayor capturó a su primo D. Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar el Gran Capitán en Santaella manteniéndole preso en el castillo de Cabra hasta que en 1476 obtuvo la libertad por intercesión de los Reyes Católicos.
En 1483 las tropas cristianas de la comarcas dirigidas por el conde de Cabra D. Diego Fernández de Córdoba y Carrillo de Albornoz derrotan en la batalla de Lucena al último rey de Granada Boabdil y fue conducido preso al castillo de Cabra.
Tras el Descubrimiento del Nuevo Mundo fueron muchos los egabrenses destacados en las Indias durante muchos siglos.
Tras la Edad Contemporánea la Junta Local de Cabra tuvo un protagonismo en la Guerra de la Independencia contra Napoleón.
Durante el desarrollo de la Guerra civil española (1936-1939) el 7 de noviembre del 1938 la ciudad fue bombardeada por el bando republicano provocando una masacre de 101 muertos y más de 200 heridos.
Tras la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, fue lugar de correrías del famoso guerrillero, el Brigadier Francisco Abad Moreno “El Chaleco” quien dirigía su partida de patriotas y fue el azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas en la comarca de Despeñaperros.
A principios del siglo XIX, tiene su protagonismo por su proximidad a Bailen, donde se escenifica, la célebre batalla de la Guerra de la Independencia, contra los franceses
En el año 1833, Javier de Burgos, ministro de Fomento, realiza la división administrativa del reino de España, e inscribe a Cabra, dentro de la provincia de Córdoba.
Las Cortes de Cádiz suprimían los Señoríos jurisdiccionales mediante el Decreto del 6 de julio de 1811, pero una vez derrotados los franceses y expulsados de España, los avatares políticos (vuelta al absolutismo) hicieron frenar las reivindicaciones de los ayuntamientos de recuperar la plena jurisdicción sobre el territorio del municipio y sería en 1834, cuando tras la introducción del régimen liberal, definitivamente queda abolido el régimen señorial.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
En 1835 tras la Desamortización de Mendizábal fueron expropiados y enajenados en subasta los inmuebles de las manos muertas, en referencia las Órdenes religiosas y el clero secular.
La ley no logró el propósito de fomentar la creación de una clase media emprendedora y activa y al final quedó en el poder de las viejas familias nobiliarias favoreciendo el latifundio local.
La roturación de las tierras provoco una catástrofe ecológica reduciendo la extensión del bosque mediterráneo en grandes dimensiones en extinción de especies animales como el oso pardo.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia, quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía, quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas, la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil, Cabra es ocupada por el bando nacional.
Durante el desarrollo de la Guerra civil española (1936-1939) el 7 de noviembre del 1938 la ciudad fue bombardeada por el bando republicano provocando una masacre de 101 muertos y más de 200 heridos.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto:
“Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas, trajo, sin por ello olvidar, otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos, que usaron la extrema dureza.
Vamos a recordar, dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes, que la sufrieron, en su persona, dos genios de la pluma, Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados, por el odio enfermo de los contendientes. Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente, la triste realidad, que denunciaba Mariano José de Larra, del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados, donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social, participaba en actos colectivos como se refleja, el gran genio pictórico, Francisco de Goya, en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado, de mente privilegiada, D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernandos; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía. España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.