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Todas las tradiciones tuvieron un primer día. Esta de echar el gallo durante la misa del mismo nombre, como tantas otras gusta a unos y disgusta a otros. La verdad, yo cuando fui quinto no se estilaba, quizás hacíamos cosas más reprochables, pero el caso es que mientras estuvo de párroco Murillo parece que no fue un problema insalvable, pero fue irse Murillo (¿o se tuvo que ir por no simpatizar con las fuerzas vivas?) y la guerra al gallo no ha cejado. A mí me parece que en estos tiempos de concordia y dialogo, si se juntan los quintos, el alcalde, el cura, se puede llegar a una solución satisfactoria para todos. Porque a la fuerza me parece que no acaban con la tradición del gallo (porque ya es tradición), salvo que acaben con la tradición de la misa (a las 12 de la noche fue siempre).