EL FUTBOLIN
Desde siempre la diferencias entre las personas se han dilucidado de muchas formas, las más con la palabra, pero cuando no fue posible y sobre todos las referentes al honor se solucionaban en el campo de batalla, con la guerra y, sino en duelo, en el lugar, día y hora fijado por el ofendido, acompañados cada uno de un testigo se batían, ya fuera a, pistola, sable o cualquier otra arma, hasta morir, en la actualidad suele ser menos romántico y más sofisticados, utilizando desde sicarios hasta verdaderos ejércitos para esas cuestiones, no sólo de honor. Esto en Conquista y, que recuerde nunca ocurrió (aunque como de las meigas, haberlas ahílas), las diferencias se aclaraban en el futbolín.
En el bar. El Globo, bar. que estaba situado (hoy está la casa no el bar.) enfrente del Ayuntamiento y, por cierto en el que mi padre debía de ser un de los primeros clientes del día, ya que el tenia la costumbre de todas las mañana bien temprano y, después de a ver encendido el horno y hecha la primera cochura, se acercaba para tomarse un café y una copita de anís (yo le llamo al licor o aguardiente mañanero, auto arranque). Bueno como decía El Globo pusieron dos futbolines, estaban según se entraba a la izquierda, uno con los jugadores de madera y otro de hierro, los más técnicos preferían el de madera, los menos buenos, el de hierro y, sobre una imaginaria alfombra verde cual fuera un campo de fútbol, empezaban discutir sus diferencias a base de unas buenas triangulaciones, pases al hueco o patadón a lo que salga con la solo intención de alejar el peligro de la portería, hasta que se producían los goles, bien estilo Iniesta con finura o tirando a romper aunque la pelota corriera el peligro de romperse cual fuera el zaguero más contundente. Los malos entendidos o cualquier cosillas que hubiera y que nunca hizo que la sangre llegará al rió, se arreglaban en la cancha del futbolín. La moneda o monedas para jugar más en algunos casos hasta lo botellines a tomar, era lo que se jugaba, aparte del honor, que siempre es muy importante, ganar a quién por un rato había sido tu enemigo, te hacía sentirte orgulloso, henchido el pecho y restituido el honor.
Esto es sólo es una pincela y sacado no mi experiencias como ofendido o jugador, sino de la simple observación, estoy seguro que habrá muchos niños de mi edad que nos podrán contar sus vivencias de sus partidas de futbolín, me consta de que había grandes profesionales de este deporte tan urbano y tan antiguo.
Pregunto a JMR si sabe porqué le pusieron al bar. el nombre de El Globo.
Un buen finde, os deseos
Desde siempre la diferencias entre las personas se han dilucidado de muchas formas, las más con la palabra, pero cuando no fue posible y sobre todos las referentes al honor se solucionaban en el campo de batalla, con la guerra y, sino en duelo, en el lugar, día y hora fijado por el ofendido, acompañados cada uno de un testigo se batían, ya fuera a, pistola, sable o cualquier otra arma, hasta morir, en la actualidad suele ser menos romántico y más sofisticados, utilizando desde sicarios hasta verdaderos ejércitos para esas cuestiones, no sólo de honor. Esto en Conquista y, que recuerde nunca ocurrió (aunque como de las meigas, haberlas ahílas), las diferencias se aclaraban en el futbolín.
En el bar. El Globo, bar. que estaba situado (hoy está la casa no el bar.) enfrente del Ayuntamiento y, por cierto en el que mi padre debía de ser un de los primeros clientes del día, ya que el tenia la costumbre de todas las mañana bien temprano y, después de a ver encendido el horno y hecha la primera cochura, se acercaba para tomarse un café y una copita de anís (yo le llamo al licor o aguardiente mañanero, auto arranque). Bueno como decía El Globo pusieron dos futbolines, estaban según se entraba a la izquierda, uno con los jugadores de madera y otro de hierro, los más técnicos preferían el de madera, los menos buenos, el de hierro y, sobre una imaginaria alfombra verde cual fuera un campo de fútbol, empezaban discutir sus diferencias a base de unas buenas triangulaciones, pases al hueco o patadón a lo que salga con la solo intención de alejar el peligro de la portería, hasta que se producían los goles, bien estilo Iniesta con finura o tirando a romper aunque la pelota corriera el peligro de romperse cual fuera el zaguero más contundente. Los malos entendidos o cualquier cosillas que hubiera y que nunca hizo que la sangre llegará al rió, se arreglaban en la cancha del futbolín. La moneda o monedas para jugar más en algunos casos hasta lo botellines a tomar, era lo que se jugaba, aparte del honor, que siempre es muy importante, ganar a quién por un rato había sido tu enemigo, te hacía sentirte orgulloso, henchido el pecho y restituido el honor.
Esto es sólo es una pincela y sacado no mi experiencias como ofendido o jugador, sino de la simple observación, estoy seguro que habrá muchos niños de mi edad que nos podrán contar sus vivencias de sus partidas de futbolín, me consta de que había grandes profesionales de este deporte tan urbano y tan antiguo.
Pregunto a JMR si sabe porqué le pusieron al bar. el nombre de El Globo.
Un buen finde, os deseos
Un gran jugador del futbolín, tanto de los de madera como de los de hierro, era Pablín (Pablo Romero Cabrera). Cogía la pelota y la enganchaba con el pie del “muñeco”, daba lo mismo que fuera de madera que de hierro, deslizaba la pelota y la clavaba en la portería. Igual que de las máquinas de ¿PETACOS? o Recreativos Franco, ya que de estas, también las hubo en el bar El Globo. Pero claro, esto ya eran cosas más modernas.
Isabelo, también y si la memoria no me traiciona el que era un buen futbolinero era Pluky, él puede dar fe o desmentir. Era de aquellos que colocaba la bola entre dos jugadores y la movia hacia un lado y el otro y, después con un ligero golpe de muñeca la sacaba hacia fuera y todo sincronizado hacia que metiera muchos goles, le gustaba jugar de delantero ¿o no? Responda el aludido
La Petacos, las conocí aquí en Madrid, máquinas mal niveladas, bola que se quedaba parada, intento de sacarla moviendo o levantando la máquina, falta que te hacía, partida chafada y las reclamaciones al maestro armero.
Creo que todos estos juegos de las maquinitas modernas vienen de ahi. Empezé trabajando en la Gran Via y dos números anteriores estaban los Sotanos que era un sala juegos.
La Petacos, las conocí aquí en Madrid, máquinas mal niveladas, bola que se quedaba parada, intento de sacarla moviendo o levantando la máquina, falta que te hacía, partida chafada y las reclamaciones al maestro armero.
Creo que todos estos juegos de las maquinitas modernas vienen de ahi. Empezé trabajando en la Gran Via y dos números anteriores estaban los Sotanos que era un sala juegos.
Querido Togu, aprovecho para felicitarte y felicitarnos todos por tenerte de fo rero y paisano con esa memoria simpática, alegre, nostálgica y fidedigna que nos hace recordar y volver a vivir aquellos tiempos de niños, adolescentes, etc.
Sabes que po teléfono te felicito y te douñas gracias pero hay que hacerlo "aquí" ¡como dios mandda!. El del "Patinete" fué genial, al igual que éste, eres un auténtico "cronista".
Por alusiones, como siempre muy cariñosas, te diré que en mi tiempo en el pueblo, aproximadamente entre los doce años y los dieciséis, sólo brillé en los juegos: de la pelota, ahora "fúrboll", en lo que más, un poco al ping pong y correr, sobretodo subir cuestas con la bicicleta. Por mi estancia en el campo, con leves periodos, dis o tres meses, que venía a la "Escuela de la Isabel, mi vida muy bonita y bucólica, anduvo por esos andurriales de "Los Cerros" y "El rio", entre conejos, perdices y pavos, sobretodo pavos, un tema y una profesión siempre recurrente que la comento, claramente para "epatar", como diría Manuela, otros hablan de sus masters en Chicago o sus "maestrías" en Agoncillo, que de todo hay.
No obstante, tienes razón en lo del futbolín, pero a partir de una edad y ya en Madrid, en aquellas partidas que jugábamos con Antonio y compañía. Y sobretodo adquirí cierto nivel cuando me trasladé de tu casa a la residencia del Paseo de las Delicias, ¿te acuerdas que ibas muchos sábados a verme? Bueno, pues allí jugando con mi compañero de habitación Adolfo Picas, gané bastantes vasos de leche y alguna caña que otra jugando al futbolín, de todas maneras el maestro era "El Picas".
Un abrazo y gracias, Tomi.
Sabes que po teléfono te felicito y te douñas gracias pero hay que hacerlo "aquí" ¡como dios mandda!. El del "Patinete" fué genial, al igual que éste, eres un auténtico "cronista".
Por alusiones, como siempre muy cariñosas, te diré que en mi tiempo en el pueblo, aproximadamente entre los doce años y los dieciséis, sólo brillé en los juegos: de la pelota, ahora "fúrboll", en lo que más, un poco al ping pong y correr, sobretodo subir cuestas con la bicicleta. Por mi estancia en el campo, con leves periodos, dis o tres meses, que venía a la "Escuela de la Isabel, mi vida muy bonita y bucólica, anduvo por esos andurriales de "Los Cerros" y "El rio", entre conejos, perdices y pavos, sobretodo pavos, un tema y una profesión siempre recurrente que la comento, claramente para "epatar", como diría Manuela, otros hablan de sus masters en Chicago o sus "maestrías" en Agoncillo, que de todo hay.
No obstante, tienes razón en lo del futbolín, pero a partir de una edad y ya en Madrid, en aquellas partidas que jugábamos con Antonio y compañía. Y sobretodo adquirí cierto nivel cuando me trasladé de tu casa a la residencia del Paseo de las Delicias, ¿te acuerdas que ibas muchos sábados a verme? Bueno, pues allí jugando con mi compañero de habitación Adolfo Picas, gané bastantes vasos de leche y alguna caña que otra jugando al futbolín, de todas maneras el maestro era "El Picas".
Un abrazo y gracias, Tomi.
Querido PLuky, me ha llenado de emoción tus recuerdos y, publicamente confieso una la lagrimita se me ha caido, muchas de estas vivencias sólo las conocemos nosotros y por eso la emoción.
Equivoqué los tiempos pero los los hechos son correctos
Cuando te pones tu también lo haces muy bien
Muchas gracias y un fuerte abrazo
Equivoqué los tiempos pero los los hechos son correctos
Cuando te pones tu también lo haces muy bien
Muchas gracias y un fuerte abrazo
Togu y Pluky, los dos monaguillos inseparables. Lo que contáis son recuerdos y vivencias de vuestros años jóvenes en el pueblo. Por cierto muy buenos los dos narrandolas.
Seguir contando historias.
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