Vuestros relatos me han hecho evocar un viaje que hice cuando era muy joven al valle de Arán.
Un grupo de amigos, decididos a conocer aquella zona, nos hospedamos en el parador de Viella. Llegamos al anochecer y decidimos celebrar nuestra primera noche de estancia, montando una gran fiesta en una de las habitaciones que ocupábamos. Íbamos bien provistos de bebida y alguna que otra cosilla para picar. Cuando la fiesta estaba bastante avanzada, oímos unos gritos desgarradores, Juanjo, que era el más atrevido, se asomó a la ventana y quedó aterrorizado al ver, a través de la misma, una gran sombra verde. Consiguió transmitirnos su miedo y optamos por acabar la noche todos en la misma habitación.
Al amanecer, nos encaminamos todos juntos a dar una vuelta por los jardines, cuál no sería nuestra sorpresa al comprobar que la gran sombra verde correspondía a un cocodrilo de plástico que flotaba en la piscina y los gritos provenían del croar de las ranas del estanque, que estaban en celo.
Moraleja: los efectos del alcohol convierten en lobo a la oveja.
Un grupo de amigos, decididos a conocer aquella zona, nos hospedamos en el parador de Viella. Llegamos al anochecer y decidimos celebrar nuestra primera noche de estancia, montando una gran fiesta en una de las habitaciones que ocupábamos. Íbamos bien provistos de bebida y alguna que otra cosilla para picar. Cuando la fiesta estaba bastante avanzada, oímos unos gritos desgarradores, Juanjo, que era el más atrevido, se asomó a la ventana y quedó aterrorizado al ver, a través de la misma, una gran sombra verde. Consiguió transmitirnos su miedo y optamos por acabar la noche todos en la misma habitación.
Al amanecer, nos encaminamos todos juntos a dar una vuelta por los jardines, cuál no sería nuestra sorpresa al comprobar que la gran sombra verde correspondía a un cocodrilo de plástico que flotaba en la piscina y los gritos provenían del croar de las ranas del estanque, que estaban en celo.
Moraleja: los efectos del alcohol convierten en lobo a la oveja.