OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

CONQUISTA: Por más que lo intento, no puedo resistir la tentación...

Por más que lo intento, no puedo resistir la tentación de "contar" un momento de gloria del equipo de fútbol de Conquista, que al mismo tiempo es un momento de gloria para todo el pueblo, representado en ese momento por unos cuantos conquisteños, unos partícipes directos y otros cómo espectadores.
Eran, aproximadamente, las 18,15 horas del 27 de Julio del año 1965: se jugaba "el derby" de la temporada contra Torrecampo en el campo del El Alberganal, arbitraba D. Rufino, el alcalde, también conocido en los ambientes deportivos del pueblo por "Iribar", por sus antecedentes futboleros defendiendo porterias por esos pueblos de Dios, del Valle de los Pedroches.
Sólo voy a narrar, cómo he dicho antes, un momento de gloria, una jugada, quizás 4 minutos, pero 4 minutos que han quedado grabados en mi memoria cómo la jugada más importante que he visto en mi vida de jugador y espectador futbolístico.
Aproximadamente, sobre la 18,15 horas, un despeje de la defensa del Torrecampo cayó a los pies de su extremo derecho, el hombre perdido entre los cardos, el pasto, etc.
por esa banda casi nunca se jugaba, recibió el balón e inició una carrera vertiginosa, hacia el corner del fondo sur, esos eran extremos, el ruído que las pisadas hacían sobre los cardos avisó a Antonio Risquez "El Negro", era el defensa izquierdo, que por allí venía alguien, se acercó resoplando y se le puso enfrente con todo su fortaleza, curtido por el trabajo de ayuda a su padre en La Raña; el extremo del Torrecampo hizo un amago que Antonio se comió y se fué contra el chaparro que había cerca del corner, no era su día, eso sí volvió rápido y valiente pero "el bicho" ya no estaba.
El jugador el Torrecampo centró al área, Paco "Cursi" iba a saltar para rechazar el balón, pero viendo que no llegaba, era un poco bajo para portero, lo digo desde el cariño, se quedó hablando con las admiradoras que siempre tenía justo en la porteria, y que le servían de entretenimiento, otros porteros saltan, estiran, etc. El Cursi hablaba con las chicas.
Pero no había peligro, porque allí estaba Gabriel Risquez, que podía haber saltado limpiamente y de cabeza despejar el balón, cómo un gran defensa central que era, pero él prefirió apoyarse en los hombros del delantero centro, sujetarlo, pasar por encima, es decir arrollándolo, y punterazo en semifallo, cómo un "profesional"; el balón llegó a los pies de Frasquito, que comenzó a dar saltitos, cómo si estubiera muy contento de que le hubiera llegado, en realidad todos sabíamos que no lo veía, y por los botes le seguia la pista, en uno de estos saltitos, de dió al balón, y este toque involuntario se convirtió en un pase magistral a Diego "Churrasquete"; Diego estaba sólo, tenía metros por delante para hacer jugada, pasar el balón, pero no, él igual que Belmonte, antes, José Tomás, ahora, esperó impasible, quieto, que algún jugador del Torrecampo se percatara que tenía el balón, cuando el jugador contrario quiso quitarle el balón, Diego recortó a la derecha, recortó a la izquierda, siguió recortando muchas veces, sólo tenia ese regate, pero lo hacía tantas veces, que le salía perfecto. Cuando comprobó que efectivamente el jugador estaba totalmente mareado, miró y vió, o detectó, a esas horas y en fiestas, cualquiera sabe, a Perico "El de los Curros" y le pasó el balón, Perico que estaba fresco, había hecho el calentamiento debajo de los canjilones de la noria del huerto del al lado, hubo que sacarlo - secuestrarlo- de la taberna de "Pedro José" y llevarlo en la "Cauve" de Paquillo; Perico con su estilo habitual, inició una carrera vertiginosa en dirección al poste derecho y a dos metros de la portería lanzo un tiro cruzado y raso al que el portero hizo la estatua, para qué iba a hacer otra cosa; la jugada fué tan fácil para Perico porque al mismo tiempo que el corría hacia la porteria Tolillo de "Dña. Sunción", con desmarques prodigiosos iba distrayendo a los defensas, es decir primero le dió un "culazo" a uno que lo mandó a una distancia considerable, y al otro le puso el codo en la yugular. Al mismo tiempo que esta jugada sucedía, Diego "Escopeta", corría la banda en dirección al banderín, un pedrusco, del corner, entonces no se llevaba lo de "tirar la diagonal", Diego llegó al banderín, saltó la valla, llegó al "Control" y cuando volvió todavía estaban celebrando el gol; corría mucho y además le gustaba, con esas botas de puntera reforzada de hierro que le había comprado su padre en Puertollano.
Rufino pitó gol, ni siquiera miró si había entrado, que más daba, aquel partido se ganó por 3-1, seguro que hubo más "momentos de gloria" y que todos los jugadores tubieran el suyo o los suyos, pero yo no recuerdo más.