Dedicado a todos los foreros en general, a las féminas del foro en particular y especialmente a Manuela, Isabel e Ilde, a las que les debía contestación.
Ante la noche mágica de las hogueras de San Juan, cuando rendimos culto al solsticio del verano, en multitud de fiestas paganas, cuando en esta noche quien reinan de verdad sobre infinidad de corazones es la trilogía formada por el ardor del fuego, la pasión y el amor, cuando todo ello eclosiona esta noche en una sinfonía placenteras sensaciones. Quiero rememorar como en nuestro juvenil despertar a los avatares del amor, celebrábamos en el pueblo esta mágica noche.
Durante la tarde y primeras horas de esta mágica noche, todos los que luego iríamos en comitiva a depositar las ofrendas a las chicas, estábamos recolectando dichas ofrendas, unas veces mas estéticamente presentadas, otras mas burdas en su confección; todo dependía de la premura de tiempo, también de si teníamos o no que salir a <<Uña de caballo>> del lugar. Jardines privados (los poquísimos que había), patios, corrales, macetas y la mítica HUERTA DE LA BUÑOLERA que cada año quedaba esquilmada, dicho finamente, <<Aligerábamos el peso de sus frutales>> así pues, por un lado, unos vigilaban, y otros iban cogiendo ramas de nogal, rosas (con ramaje también) y cuantas flores olorosas estaban a nuestro alcance, al objeto de hacer a la chica no solo motivo de nuestra admiración, sino también proporcionarle la materia prima necesaria para conseguir agua abundantemente perfumada, para que luego se hiciera abluciones con ella, pues a la mañana siguiente, al hacerse su aseo personal, la chica en cuestión, utilizaba esta agua ya perfumada.
Normalmente (salvo raras excepciones) las chicas no dormían, estaban con persiana o puerta de la venta de su habitación, un poquitín entreabierta, ellas ojo avizor, estaban oteaban el panorama, en cuanto se acercaban los chicos, cada una ocupaba (casi siempre había mas de una) un disimulado y estratégico punto de observación y no solo lo veían todo, sino también se enteraban del dialogo y los comentarios de los chicos. Así pues, cuando al día siguiente te encontrabas con ellas, o bien te lo agradecían, con un pequeño flirteo, lo mas general, o te daban sonoras calabazas, con lo cual te ibas doblemente dolido (agujetas y calabazas). Un abrazo/Edmundo.
Ante la noche mágica de las hogueras de San Juan, cuando rendimos culto al solsticio del verano, en multitud de fiestas paganas, cuando en esta noche quien reinan de verdad sobre infinidad de corazones es la trilogía formada por el ardor del fuego, la pasión y el amor, cuando todo ello eclosiona esta noche en una sinfonía placenteras sensaciones. Quiero rememorar como en nuestro juvenil despertar a los avatares del amor, celebrábamos en el pueblo esta mágica noche.
Durante la tarde y primeras horas de esta mágica noche, todos los que luego iríamos en comitiva a depositar las ofrendas a las chicas, estábamos recolectando dichas ofrendas, unas veces mas estéticamente presentadas, otras mas burdas en su confección; todo dependía de la premura de tiempo, también de si teníamos o no que salir a <<Uña de caballo>> del lugar. Jardines privados (los poquísimos que había), patios, corrales, macetas y la mítica HUERTA DE LA BUÑOLERA que cada año quedaba esquilmada, dicho finamente, <<Aligerábamos el peso de sus frutales>> así pues, por un lado, unos vigilaban, y otros iban cogiendo ramas de nogal, rosas (con ramaje también) y cuantas flores olorosas estaban a nuestro alcance, al objeto de hacer a la chica no solo motivo de nuestra admiración, sino también proporcionarle la materia prima necesaria para conseguir agua abundantemente perfumada, para que luego se hiciera abluciones con ella, pues a la mañana siguiente, al hacerse su aseo personal, la chica en cuestión, utilizaba esta agua ya perfumada.
Normalmente (salvo raras excepciones) las chicas no dormían, estaban con persiana o puerta de la venta de su habitación, un poquitín entreabierta, ellas ojo avizor, estaban oteaban el panorama, en cuanto se acercaban los chicos, cada una ocupaba (casi siempre había mas de una) un disimulado y estratégico punto de observación y no solo lo veían todo, sino también se enteraban del dialogo y los comentarios de los chicos. Así pues, cuando al día siguiente te encontrabas con ellas, o bien te lo agradecían, con un pequeño flirteo, lo mas general, o te daban sonoras calabazas, con lo cual te ibas doblemente dolido (agujetas y calabazas). Un abrazo/Edmundo.