Ana María, siempre he oído hablar de un «duende de imprenta» responsable de cosas, aparentemente inexplicables, como esta.
Por cierto, yo también leía tebeos de El capitán Trueno, El jabato, etc. que le cogía a mi hermano cuando se me acababan los de «chicas».
En cuanto a los bollos, parece que todos tenemos anécdotas sobre ellos. Recuerdo haberme peleado con algún compañero de
escuela (en párbulos, con Doña Asunción) porque quería quitarme mi «bollito».