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EL ALCORNOCAL: Hola, amigo Descendiente; está bien disertar y si es...

Buen mes de febrero a cuantos merodean por estas páginas. ¡Cómo pasa el tiempo!, ya nos hemos cargado un mes del año nuevo. No, si lo dicen mis chicos: profe, que se nos pasa el curso volando.

¿Recuerdan ustedes los largos que se nos hacían en nuestra adolescencia los días, los meses, los años...? Y, ahora, no sólo se nos hacen cortos a los adultos; también a nuestros infantes, extrañamente, les pasa igual.

Sé que hay gente que opina que volver atrás ni para coger impulso; depende de para qué se haya de mirar atrás. Yo pienso que para aprender, sí. Porque hemos pasado de un extremo a otro sin comprender ni entender nada, a la vista de lo que acontece actualmente a nuestro alrededor, en nuestra sociedad, en nuestra nación, en nuestro mundo...

Disculpen el lapsus... no quería disertar y menos de algo que aquí, en estas páginas, no va a tener solución.

Simplemente, he visto esta foto en la red y me he decidido a compartirla (para que os dé nostalgia igual que a mí), ya que no podremos cantar alrededor del fuego aquellas canciones que mi madre me enseñó de la rama y tal y tal, como suele decir el sr. Germán.

Lo que me ha extrañado es ver quién organiza la fiesta, ¿ya no hay asociación de vecinos?

Pues, nada, que lo pasen bien y a ver qué nos depara este febrerillo el loco, metereológicamente hablando.

Hola, amigo Descendiente; está bien disertar y si es necesario volver a tras, se vuelve; respetando a quien piense lo contrario; pues faltaría más.

Yo no tengo ningún recuerdo de la celebración de la candelaria en El Alcornocal, ni mucho menos que se celebrara con sardinas. Y hablando de sardinas recuerdo un día en el campo. Yo tenía 10 años y estaba guardando cochinos. Un tal Julio, de Alcornocal estaba podando encinas en esa misma finca. Dos de sus hijos, un par de años más pequeños que yo, fueron a llevarle la comida a su padre y a pasar la tarde de chácharas conmigo. Total que hablando de lo que habían comido, el más chiquitín de ellos me contaba todo emocionado que la comida de ese día había sido todo un lujo. Habían comido gazpacho con sardinas. ¡Coñooooooooo! Dije yo. Mi hermano y yo nos hemos comido una sardina cada uno, y mi papa, dos porque es mayor y trabaja.
En ese momento yo envidie a mis dos amiguillos, pues resulta que yo había comido menos y no eran sardinas precisamente.
¿Ves, Descendiente y todos cuantos lean este comentario como, a veces es bueno echar la vista atrás y reflexionar un poquito?.
Saludos.