Es triste decir a diós
Cuando la alegria es tanta:
Aquí tengo un corazón
En mitad de la garganta.
Final de la carta de Paco López de Ahumada Suáres. Dedicada a la que concidera su Colonia.
Todavia creo en el valor del testimonio y la palabra, todavia soy creyente trinitario y sé que quién posee la palabra y la tiene guardada es el Padre; y que el Verbo, como la alada palabra del clásico Homero, es, no un proyectil, sino un proyecto; como la primera palabra de un poema, palabra que recala en el cora´zn y se covierte en Espíritu, en aliento, en fuerza, en ruaj...
Y todavia creo que la palabra es como una semilla; capaz de abrir caminos en la dureza de la tierra y de crecer a cielo abierto hasta convertirse en un árbol que desafia los huracanes, que deja a la mano su cosecha de frutos, que regala su sombra, sin pedir nada a cambio.
La ocasión de esta noche es buena para dejar en el aire una palabra; como esas frases de cada mañana en mis clase, con las que siempre he tratado de abrir una herida en el alma o una brecha en la rutina o despertar una mente apagada.
Este de esta noche es un merecido homenaje, en desacuerdo con la actitud mojgata de quienes siempre lo creen inmerecido. Lo dijo una vez Unamuno, con descaro ante el Rey Alfonso XII, y yo quiero decirlo hoy: No hay homenajes inmerecidos, salvo que respondan a la bajeza de la adulación o la hipocresia.
No hay homenajes inmerecidos. Esta noche he citado aquí ya a dos Lolis y voy a citar una tercera, a Loli Castro, que un dia me pidió unas palabras con motivo de unos homenajes que preparaba para su escuela de padres. Entonces yo
Escribí:
Cuando preparas un ramillete de flores para alguien, te acercas al jardin -a su jasdín- y vas escogiendo las flores más hermosas; espontáneamente desechas las secas y aquellas que no encajan o no hacen juego con el ramo o las que tienen alguno de sus pétalos marchitos.
Escogemos mirar de ella el equilibrio y la armonia, la belleza y el color de la parte más bella del tapiz, olvidando lo deshilachado o enredado que pueda estar el revés de la trama, o la parte trasera del bordado.
Miramos sus luces y decubrimos que las sombras no son sino el efecto de la luz sobre toda realidad opaca y corporal. La luz sólo pasa limpia y nítida a través del crstal; sólo al proyectarse sobre lo corporal. , y sobre el cascarón de lo que somos, proyecta sombras.
Por eso pienso que, Juan, Miguel y Paco, como tres corredores del pelotón, como tres trabajadores de la educación o de la construcción de personas, y cada uno con sus luces y sus sombras, al llegar al final de esta carrera, somos acreedores, cada uno a su modo, -da igual-, de reconocimiento. No subiremos al podium, pero seguro que todos hemos contribuido a que muchos que aún no no sabemos, suban algún dia al podium de la vida, o caminen como seres corrientes re4partiendo su luz a los que llevan sus lámparas apagadas.
Finalmente, como algo menos poético, pero igualmente necesario quiero a gradacer a mi madre y mis hermanos, a la Compañia de Jesús, y a cuanta gente me ayudó a caminar por la vida, quiero agradecer, repito, lo que con todas mis limitaciones he llegado a ser y soy; y a Luis álvarez Osorio que me ofreció este espacio en la SAFA para mi última etapa de la vida laboral, a Paco Diaz, al Padre Maestre y Juan Serrano por acordarse de mi para proponerme este trabajo que me ha permitido vivir entre la gente joven y entre unos compañeros extraordinarios de los que aprendido mucho más de lo que esperaba.
No quiero mencionar expresamente a nadie, porque desde aquellos que casi nunca están, hasta los que están siempre, todos me han ayudado a ser yo mismo y me han enseñado a mirar con ojos de amor, unas veces con cariño apacionado otras veces con simple benevolencia. Y ahora que os digo de alguna manera a dios, con enorme ternura. Ultima palabra de despedida en la jubilación de nuestro apreciodo y querido amigo, Paco el Cura.
Yo espero que mas de uno de la Colonia, en agradecimiento a su la bor y humanidad con sus semejantes, aporte una dedicatoria en este foro de despedida
De Fuente Palmera. Yo conoci a Paco alos 30 años de no pisar Fuente Palmera, por razones conocidas por todos. Durante dos o tres años publicó el Colonial mi pasado, conseguiendo mi reconciliación con el pueblo que me vió nacer; pasando un mes recorriendo todas las pedanias con mi esposa, en una bici doble, de creaciones mias. Lo que me hace que yo siempre tenga en el recuerdo a este gran hombre y amigo hasta de sus enemigos si es que los tiene.
Un Abrazo, Juan Diaz Balmont. ... (ver texto completo)
Cuando la alegria es tanta:
Aquí tengo un corazón
En mitad de la garganta.
Final de la carta de Paco López de Ahumada Suáres. Dedicada a la que concidera su Colonia.
Todavia creo en el valor del testimonio y la palabra, todavia soy creyente trinitario y sé que quién posee la palabra y la tiene guardada es el Padre; y que el Verbo, como la alada palabra del clásico Homero, es, no un proyectil, sino un proyecto; como la primera palabra de un poema, palabra que recala en el cora´zn y se covierte en Espíritu, en aliento, en fuerza, en ruaj...
Y todavia creo que la palabra es como una semilla; capaz de abrir caminos en la dureza de la tierra y de crecer a cielo abierto hasta convertirse en un árbol que desafia los huracanes, que deja a la mano su cosecha de frutos, que regala su sombra, sin pedir nada a cambio.
La ocasión de esta noche es buena para dejar en el aire una palabra; como esas frases de cada mañana en mis clase, con las que siempre he tratado de abrir una herida en el alma o una brecha en la rutina o despertar una mente apagada.
Este de esta noche es un merecido homenaje, en desacuerdo con la actitud mojgata de quienes siempre lo creen inmerecido. Lo dijo una vez Unamuno, con descaro ante el Rey Alfonso XII, y yo quiero decirlo hoy: No hay homenajes inmerecidos, salvo que respondan a la bajeza de la adulación o la hipocresia.
No hay homenajes inmerecidos. Esta noche he citado aquí ya a dos Lolis y voy a citar una tercera, a Loli Castro, que un dia me pidió unas palabras con motivo de unos homenajes que preparaba para su escuela de padres. Entonces yo
Escribí:
Cuando preparas un ramillete de flores para alguien, te acercas al jardin -a su jasdín- y vas escogiendo las flores más hermosas; espontáneamente desechas las secas y aquellas que no encajan o no hacen juego con el ramo o las que tienen alguno de sus pétalos marchitos.
Escogemos mirar de ella el equilibrio y la armonia, la belleza y el color de la parte más bella del tapiz, olvidando lo deshilachado o enredado que pueda estar el revés de la trama, o la parte trasera del bordado.
Miramos sus luces y decubrimos que las sombras no son sino el efecto de la luz sobre toda realidad opaca y corporal. La luz sólo pasa limpia y nítida a través del crstal; sólo al proyectarse sobre lo corporal. , y sobre el cascarón de lo que somos, proyecta sombras.
Por eso pienso que, Juan, Miguel y Paco, como tres corredores del pelotón, como tres trabajadores de la educación o de la construcción de personas, y cada uno con sus luces y sus sombras, al llegar al final de esta carrera, somos acreedores, cada uno a su modo, -da igual-, de reconocimiento. No subiremos al podium, pero seguro que todos hemos contribuido a que muchos que aún no no sabemos, suban algún dia al podium de la vida, o caminen como seres corrientes re4partiendo su luz a los que llevan sus lámparas apagadas.
Finalmente, como algo menos poético, pero igualmente necesario quiero a gradacer a mi madre y mis hermanos, a la Compañia de Jesús, y a cuanta gente me ayudó a caminar por la vida, quiero agradecer, repito, lo que con todas mis limitaciones he llegado a ser y soy; y a Luis álvarez Osorio que me ofreció este espacio en la SAFA para mi última etapa de la vida laboral, a Paco Diaz, al Padre Maestre y Juan Serrano por acordarse de mi para proponerme este trabajo que me ha permitido vivir entre la gente joven y entre unos compañeros extraordinarios de los que aprendido mucho más de lo que esperaba.
No quiero mencionar expresamente a nadie, porque desde aquellos que casi nunca están, hasta los que están siempre, todos me han ayudado a ser yo mismo y me han enseñado a mirar con ojos de amor, unas veces con cariño apacionado otras veces con simple benevolencia. Y ahora que os digo de alguna manera a dios, con enorme ternura. Ultima palabra de despedida en la jubilación de nuestro apreciodo y querido amigo, Paco el Cura.
Yo espero que mas de uno de la Colonia, en agradecimiento a su la bor y humanidad con sus semejantes, aporte una dedicatoria en este foro de despedida
De Fuente Palmera. Yo conoci a Paco alos 30 años de no pisar Fuente Palmera, por razones conocidas por todos. Durante dos o tres años publicó el Colonial mi pasado, conseguiendo mi reconciliación con el pueblo que me vió nacer; pasando un mes recorriendo todas las pedanias con mi esposa, en una bici doble, de creaciones mias. Lo que me hace que yo siempre tenga en el recuerdo a este gran hombre y amigo hasta de sus enemigos si es que los tiene.
Un Abrazo, Juan Diaz Balmont. ... (ver texto completo)