Los pensionistas de la costa malagueña estarán caminando por la
playa con las zapatillas en la mano, pisando la arena blandita, sacando al perrito y a los nietos que no vayan a la guarderia, con una temperatura agradable, viendo salir el sol por el
mar y mirando a alguna chavalita que con los auriculares puestos, vá trotando lozana y presumiendo de su
juventud y salero para envidia de los mayores que ya no tienen ni lozania, ni juventud, ni salero, tropezando con todo lo que se encuentran porque
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