Contraviento, contraviento yo me muevo a contraviento.
Y es por mi mala cabeza que me muevo a contraviento
y me paso de la raya que a mí no me dobla el viento.
Cascarabitos me los comía y así las jambres se entretenían.
No se me vaya a subir la rama de ¡perejil: ¡Sí!…
¡Bueno algo por el estilo! aunque esta se la dedicó Carlos Cano a Emilio el Moro allá por los años 80.
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