Miradlas que contentas están ellas...
Un día a las 5 de la madrugada está un hombre en su
casa y suena el teléfono, se levanta lo coge y le dicen:
¡Yo sé hablar!
Y el hombre cuelga el teléfono y vuelve a la cama. Al día siguiente lo mismo, llaman coge y le dicen:
¡Yo sé hablar!
Y el hombre vuelve a la cama. Al día siguiente otra vez lo mismo, llaman, coge el teléfono y le dicen:
¡Yo sé hablar!
El hombre muy mosqueao contesta con dureza:
¡Y yo, también!
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