El Carmelo era sin duda, el
monte donde numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las
cuevas de la
montaña para seguir una vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde, concretamente en el III y IV, por hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón situándose en
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