A la insigne extremidad de un personaje,
que no tiene desperdicio conocido,
emblemático sabor protagonista,
de la dieta y paladar más exclusivos.
De la humilde bellota digerida,,
en el vientre legendario del porcino,
al muslo de ébano curado,
elevado al altar de lo divino.
A la pata descalza y su pezuña,
al pernil, jambón, de serranías,
gentil anfitrión del apetito,
en cocteles, tapeos y comidas.
Serranamente,
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