Cuento de buenas
noches
Érase una vez una lágrima. Se sentía
feliz pues creia que era única en el mundo. Todas las mañanas se arreglaba y asomaba la cabecita por el ojo de su dueña para decirle al mundo "buenos días".
Un día, la dueña de esa lagrimita se puso a llorar. Ella estaba muy feliz porque por fin iba a conocer como era realmente el mundo. Mientras resbalaba por la mejilla dejaba que el aire conociese su sabor salado y lo hacía muy lentamente, orgullosa del recuerdo que dejaba.
Desgraciadamente
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