Un pastor que vivía en el
campo sólo con su perro y, un buen
día, se muere el perro, el hombre muy apenado baja al
pueblo y se
dirige a la
Iglesia.
- Padre, disculpe, se me ha muerto el perro y yo quería decir
una misa por la pobre criatura... que era mi mejor
amigo...
- No, lo siento mucho, pero no celebramos servicios por animales,
pero vete al pueblo de al lado que hay un cura hereje de una de esas
extrañas convicciones y seguro que él está de acuerdo en darte el
servicio...
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