El último que matamos en casa, me lo regaló mi aparcero que los criaba en el campo y lo matamos en el charco entre la hija de la Conchita la de los huevos, mi mujer y yo. Mi mujer de las patas, yo de las alas y la otra con el cuchillo y cuando le dió el corte, movió las alas y me fuí para la del cuchillo y me acojoné.