La ley de Moisés mandaba que toda mujer que dé a luz un varón, en el plazo de cuarenta días, acuda al Templo para purificarse de la mancha legal y allí ofrecer su primogénito a Jahvé. Era lógico que los únicos exentos de esta ley eran Jesús y María: Él por ser superior a esa ley, y Ella por haber concebido milagrosamente por obra del Espíritu Santo. A pesar de ello María oculta este prodigio y... acude humildemente como cualquier otra mujer a purificarse de lo que no estaba manchada.
Los mismos ángeles quedarán extasiados ante aquellos virginales brazos que llevan al mismísimo Hijo de Dios.
Los mismos ángeles quedarán extasiados ante aquellos virginales brazos que llevan al mismísimo Hijo de Dios.