En mi prehisteria yo solo me acuerdo de un candelorio que se hacía delante de la hornacina de San Blas, al final de la calle dónde ahora está el Museo y también de que el día de San Blas, ibamos con una rosquilla a la Iglesia y nos la bendecian y luego mi abuela me la hacía comer, seca y sin nada, para que me protegiera de los males de galganta y digo yo... me daria algun solvito de agua, porque sino, no sé como no me atraganté y finalicé mis días por un atragantamiento de la galganta que ella me queria proteger.