HINOJOSA DEL DUQUE: 3º Parte de la Vida de Santa Rita...

3º Parte de la Vida de Santa Rita
Rita sabía que algo había ocurrido. Al día siguiente, lo encontraron asesinado, sin duda por motivos políticos (en aquella época, Casia era un país independiente y metido en una guerra civil no declarada entre güelfos y gibelinos, es decir, entre los partidarios de los papas frente a los adictos a los emperadores de Alemania).
Su pena fue aumentada cuando sus dos hijos, que ya eran mayores, juraron vengar la muerte de su padre. Las súplicas no lograban disuadirlos. Fue entonces que Santa Rita, comprendiendo que mas vale salvar el alma que vivir mucho tiempo, rogó al Señor que salvara las almas de sus dos hijos y que tomara sus vidas antes de que se perdieran para la eternidad por cometer un pecado mortal.
Rita lloró, suplicó e hizo cuanto pudo para que sus hijos se arrepintieran y no llevaran adelante aquel propósito; y viendo que no lo conseguía hizo a Dios esta petición:
“Dios mío, Tú sabes cuánto quiero a mis hijos, pero prefiero verlos muertos a que sean unos asesinos”.
El Señor respondió a sus oraciones. Los dos padecieron una enfermedad fatal (probablemente la peste). Durante el tiempo de enfermedad, la madre les habló dulcemente del amor y el perdón. Antes de morir lograron perdonar a los asesinos de su padre. Rita estuvo convencida de que ellos estaban con su padre en el cielo.
Al quedar sola con treinta años, viuda y sin hijos, no se deja vencer por la tristeza y el sufrimiento. Entonces le reverdeció su antigua vocación religiosa. Santa Rita quiso entrar con las hermanas Agustinas de Santa María Magdalena de Cascia, pero no era fácil lograrlo. Le dijeron que no querían una mujer que había estado casada. En realidad, tanto la afinidad política de su marido como la muerte violenta de su esposo dejaron una sombra de duda. Ella se volvió de nuevo a Jesús en oración así como a sus tres protectores. Ocurrió entonces un milagro. Una noche, mientras Rita dormía profundamente, oyó que la llamaban ¡Rita, Rita, Rita! esto ocurrió tres veces, a la tercera vez Rita abrió la puerta y allí estaban San Agustín, San Nicolás de Tolentino y San Juan el Bautista del cual ella había sido devota desde muy niña y le dijeron:
“Rita, ven con nosotros al convento de las monjas. Nosotros te introduciremos en él”.
Después de correr por las calles de Roccaporena, en el pico del Scoglio, donde Rita siempre iba a orar sintió que la subían en el aire y la empujaban suavemente hacia Cascia. Se encontró arriba del Monasterio de Santa María Magdalena en Cascia. Entonces cayó en éxtasis. Cuando salió del éxtasis se encontró dentro del Monasterio, ante aquel milagro las monjas Agustinas no pudieron ya negarle entrada. Es admitida y hace la profesión ese mismo año de 1417, y allí pasa 40 años de consagración a Dios.
Durante su primer año, Rita fue puesta a prueba no solamente por sus superioras, sino por el mismo Señor. Le fue dado el pasaje de la Escritura del joven rico para que meditara. Ella sentía en su corazón las palabras, ¡Si quieres ser perfecta!
Un día Rita fue puesta a prueba por su Madre Superiora. Como un acto de obediencia, Rita fue ordenada a sacar agua del pozo y regar cada día una planta muerta. Rita lo hizo obedientemente y de buena manera. Una mañana la planta se había convertido en una vid floreciente y dio uvas que se usaron para el vino sacramental. Hasta este día sigue dando uvas a su tiempo, que son de un sabor especial y maduran en Noviembre.
Rita meditaba muchas horas en la Pasión de Cristo, meditaba en los insultos, los rechazos, las ingratitudes que sufrió en su camino al Calvario.
La Santa de Rocaporena, cual mujer fuerte "guardó memoria a sus muertos y gastó en los vivos su tiempo" (Himno de Santas Mujeres).
Acudía al "Lazareto" para visitar a los enfermos que allí encontraban refugio y atención. Socorría a los pobres con quienes compartía sus bienes y consolaba a los tristes invitándolos a la esperanza. Aún hoy, en el Santuario de Rocaporena, se puede ver a modo de reliquia, un manto que le pertenecía y al cual renunció para dárselo a un necesitado.
Rodeado por el caserío y las montañas, casi al centro del valle, nos encontramos con "el Escollo", una elevación rocosa llena de abundante vegetación. Desde lo más alto del escollo se aprecia la belleza del paisaje y se experimenta una seductora invitación a la alabanza del Creador.
Durante la Cuaresma del año 1443 fue a Cascia un predicador llamado Santiago de Monte Brandone, quién dio un sermón sobre la Pasión de Nuestro Señor que tocó tanto a Rita que a su retorno al monasterio le pidió fervientemente al Señor ser participe de sus sufrimientos en la Cruz. La tradición nos cuenta que Rita "se arrodilló ante un Crucifijo y le rogó, con abundantes lágrimas, ardientes plegarias y encendidas palabras que le salían de su corazón, le concediese la gracia de sentir y probar en su cuerpo un dolor semejante al que sintió Cristo de una de las espinas de su corona., hallándose Rita de rodillas ante la imagen del crucifijo, exclamó: "Señor, dame una espina, una de aquellas que traspasaron tu sagrada cabeza". La súplica fue tan sincera que el Señor le concedió a Rita una íntima participación en su pasión.
Y mereció ser escuchada, ya que en medio de la frente sintió un dolor agudo de las punzantes espinas de tal manera que se le formó una herida que acabaría en llaga, la cual le duraría toda la vida". Así pues, la Iglesia reconoce que recibió los estigmas y las marcas de la Corona de Espinas en su cabeza. A la mayoría de los santos que han recibido este don, les hace que exuden una fragancia celestial. Las llagas de Santa Rita, sin embargo exudían olor a podrido, por lo que debía alejarse de la gente.
Este epitafio nos señala el momento cumbre del éxtasis mayor de Rita, la estigmatización en la frente mediante el don de la espina. Estudios médico realizados el día 4 de abril de 1997, hallaron en la zona frontal del cuerpo de Santa Rita una fisura profunda. Pero más que las pruebas interesa destacar el significado propio del signo, para darnos cuenta que el estigma de Rita expresa exteriormente su íntima unión con Jesucristo. Es, como algunos ya han dicho, el desposorio místico de la Santa, su matrimonio espiritual que ha tocado la experiencia misma del éxtasis, o dicho más poéticamente: "Es el beso de Jesús en la frente de Rita".

Por 15 años vivió sola, lejos de sus hermanas monjas. El Señor le dio una tregua cuando quiso ir a Roma para el primer Año Santo. Jesús removió el estigma de su cabeza durante el tiempo que duró la peregrinación. Tan pronto como llegó de nuevo a casa la estigma volvió a aparecer y teniéndose que aislar de nuevo.
En su vida tuvo muchas llamadas pero ante todo fue una madre tanto física como espiritualmente. Cuando estaba en el lecho de muerte, le pidió al Señor que le diera una señal para saber que sus hijos estaban en el cielo. A mediados de invierno recibió una rosa del jardín cerca de su casa en Roccaporena. Pidió una segunda señal. Esta vez recibió un higo del jardín de su casa en Roccaporena, al final del invierno.