![Santa Rita Abogada de lo Imposible](/fotos_reducidas/7/3/8/00530738.jpg)
1º Parte de la Vida de Santa Rita de Casia
Vivían en Rocaporena Antonio Lotti y Amada Ferri, un matrimonio cristiano que no podía tener hijos. Finalmente Dios, para quien todo es posible, les alegró el hogar con una hija, a quien recibieron como un regalo del cielo.
La tradición cuenta que la madre -de edad avanzada- tuvo la visión de un ángel que le manifestó que tendría el gozo de quedarse en cinta y dar a luz una niña a la debería de poner el nombre de Margarita (del griego "Margarites" ó perla, en relacción a la belleza y a la luminosidad). Ante el asombro de todos los vecinos, la pareja tuvo la niña, que fue bautizada en la iglesia de Santa María della Plebe de Cascia, al no haber pila bautismal en Rocca-Porena.
Nacida de devotos padres, Antonio Lotti y Amada Ferri a los que se conocía como los "Pacificadores de Jesucristo", pues los llamaban para apaciguar peleas entre vecinos. Ellos no necesitaban discursos poderosos ni discusiones diplomáticas, solo necesitaban el Santo Nombre de Jesús, su perdón hacia los que lo crucificaron y la paz que trajo al corazón del hombre. Sabían que solo así se pueden apaciguar las almas.
Nació en Mayo del año 1381, un año después de la muerte de Santa Catalina de Siena. La casa natal de Sta. Rita - Roccaporena- está cerca del pueblito de Cascia, entre las montañas, a unas 40 millas de Asís, en la Umbría, región del centro de Italia que quizás más santos ha dado a la Iglesia (S. Benito, Sta. Escolástica, S. Francisco, Sta. Clara, Sta. Angela, S. Gabriel, Sta. Clara de Montefalco, S. Valentín y muchísimos más).
Su vida comenzó en tiempo de guerras, terremotos, conquistas y rebeliones. Países invadían a países, ciudades atacaban a ciudades cercanas, vecinos se peleaban con los vecinos, hermano contra hermano. Los problemas del mundo parecían mas grandes que lo que la política y los gobiernos pudieran resolver.
Parecía que desde el primer momento de su nacimiento Dios tenía designios especiales para Rita. Según una tradición, cuando era bebé, un día mientras dormía en una cesta bajo la sombra de un árbol al tiempo que sus padres realizaban las labores del campo, abejas blancas se agruparon sobre su boca, depositando en ella la dulce miel sin hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres. Hasta aquí nada extraordinario si se piensa que podría ser un tipo de abejas sin aguijón. Pero un segador, que se hallaba por los alrededores, se hizo una herida grande con la hoz y corrió a Casia en busca de socorro. Por el camino se encontró con el espectáculo de la pequeña Rita en la cestita y el arrebozo de las abejas en torno a ella.
Y he aquí el prodigio: mientras trataba de espantarlas, al instante se le cerró la herida y dejó de sangrar. El hombre gritó el milagro y la noticia corrió por la gente de Roccaporena.
Después de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el monasterio de Cascia. Las abejas blancas surgían de las paredes del monasterio durante Semana Santa de cada año y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de Mayo, cuando retornaban a la inactividad hasta la Semana Santa del próximo año. El Papa Urbano VIII, sabiendo lo de las misteriosas abejas pidió que una de ellas le fuera llevada a Roma. Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo de seda y la dejó libre. Esta se descubrió mas tarde en su nido en el monasterio de Cascia, a 138 kilómetros de distancia. Los huecos en la pared, donde las abejas tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser vistos claramente por los peregrinos que llegan hoy al Monasterio.
Vivían en Rocaporena Antonio Lotti y Amada Ferri, un matrimonio cristiano que no podía tener hijos. Finalmente Dios, para quien todo es posible, les alegró el hogar con una hija, a quien recibieron como un regalo del cielo.
La tradición cuenta que la madre -de edad avanzada- tuvo la visión de un ángel que le manifestó que tendría el gozo de quedarse en cinta y dar a luz una niña a la debería de poner el nombre de Margarita (del griego "Margarites" ó perla, en relacción a la belleza y a la luminosidad). Ante el asombro de todos los vecinos, la pareja tuvo la niña, que fue bautizada en la iglesia de Santa María della Plebe de Cascia, al no haber pila bautismal en Rocca-Porena.
Nacida de devotos padres, Antonio Lotti y Amada Ferri a los que se conocía como los "Pacificadores de Jesucristo", pues los llamaban para apaciguar peleas entre vecinos. Ellos no necesitaban discursos poderosos ni discusiones diplomáticas, solo necesitaban el Santo Nombre de Jesús, su perdón hacia los que lo crucificaron y la paz que trajo al corazón del hombre. Sabían que solo así se pueden apaciguar las almas.
Nació en Mayo del año 1381, un año después de la muerte de Santa Catalina de Siena. La casa natal de Sta. Rita - Roccaporena- está cerca del pueblito de Cascia, entre las montañas, a unas 40 millas de Asís, en la Umbría, región del centro de Italia que quizás más santos ha dado a la Iglesia (S. Benito, Sta. Escolástica, S. Francisco, Sta. Clara, Sta. Angela, S. Gabriel, Sta. Clara de Montefalco, S. Valentín y muchísimos más).
Su vida comenzó en tiempo de guerras, terremotos, conquistas y rebeliones. Países invadían a países, ciudades atacaban a ciudades cercanas, vecinos se peleaban con los vecinos, hermano contra hermano. Los problemas del mundo parecían mas grandes que lo que la política y los gobiernos pudieran resolver.
Parecía que desde el primer momento de su nacimiento Dios tenía designios especiales para Rita. Según una tradición, cuando era bebé, un día mientras dormía en una cesta bajo la sombra de un árbol al tiempo que sus padres realizaban las labores del campo, abejas blancas se agruparon sobre su boca, depositando en ella la dulce miel sin hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres. Hasta aquí nada extraordinario si se piensa que podría ser un tipo de abejas sin aguijón. Pero un segador, que se hallaba por los alrededores, se hizo una herida grande con la hoz y corrió a Casia en busca de socorro. Por el camino se encontró con el espectáculo de la pequeña Rita en la cestita y el arrebozo de las abejas en torno a ella.
Y he aquí el prodigio: mientras trataba de espantarlas, al instante se le cerró la herida y dejó de sangrar. El hombre gritó el milagro y la noticia corrió por la gente de Roccaporena.
Después de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el monasterio de Cascia. Las abejas blancas surgían de las paredes del monasterio durante Semana Santa de cada año y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de Mayo, cuando retornaban a la inactividad hasta la Semana Santa del próximo año. El Papa Urbano VIII, sabiendo lo de las misteriosas abejas pidió que una de ellas le fuera llevada a Roma. Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo de seda y la dejó libre. Esta se descubrió mas tarde en su nido en el monasterio de Cascia, a 138 kilómetros de distancia. Los huecos en la pared, donde las abejas tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser vistos claramente por los peregrinos que llegan hoy al Monasterio.