No me gustaba porque no soporto ver morir a un animal así. Los animalitos deban unos berridos tremendos. Tenía a compañeros que les gustaba eso o que estaban acostumbrados a verlo en sus pueblos. Por eso yo les decía a los frailes "que ayuden los que están acostumbrados o les gusta eso". Pero a mí me cogían porque era fuerte y alto. Ya digo, aquello fue un "chispazo" que tuve con ellos, menos mal que lo entendieron pero no sin insistir una vez y otra por su parte.