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Resulta que mi primo Cipriano conoció a su novia la Casilda y se enamoró muchísimo de ella. Como los dos andaban muy caldeados, por todas partes iban dandose arrumacos, achuchones y besucones. Una noche salieron de juelga y al volver a casa de la Casilda a las tantas más cuantas de la noche, el Cipriano con un buén calentamiento, coloca a la Casi contra la puerta de su casa familiar y comienzan ellos a demostrarse su amor, con mucha pasión y deseo.
Al rato sale el padre de la novia con el pescao ajumao y le dice al muchacho:
¡Mira! A mí no me importa que hagais lo que querais aquí en la puerta de la casa, ¡pero por favor! ¿Podeis quita la mano al timbre, que no dejais dormir a nadie?
Al rato sale el padre de la novia con el pescao ajumao y le dice al muchacho:
¡Mira! A mí no me importa que hagais lo que querais aquí en la puerta de la casa, ¡pero por favor! ¿Podeis quita la mano al timbre, que no dejais dormir a nadie?
