Cascando un piñón don Justo,
avaro sobresaliente,
sintió rompérsele un diente,
y se llevó mucho susto.
Pero pronto se rehizo
y exclamó muy placentero:
- Este no cuesta dinero;
¡me temí que era el postizo!
avaro sobresaliente,
sintió rompérsele un diente,
y se llevó mucho susto.
Pero pronto se rehizo
y exclamó muy placentero:
- Este no cuesta dinero;
¡me temí que era el postizo!