
De todas las cosas del mundo, unas dependen de nosotros y otras no. Dependen de nosotros nuestros juicios y opiniones, nuestros movimientos, nuestros deseos y nuestras aversiones: en una palabra, todos nuestros actos.
Las que no dependen de nosotros son: el cuerpo, los bienes materiales, la reputación, las dignidades y honores: en una palabra, todas aquellas cosas que no entran en el círculo de nuestros propios actos. Las cosas que dependen de nosotros son libres por su misma naturaleza; nada puede detenerlas ni levantar ante ellas obstáculos. En cambio, las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas, sujetas a mil contingencias e inconvenientes y extrañas por completo a nosotros.
Las que no dependen de nosotros son: el cuerpo, los bienes materiales, la reputación, las dignidades y honores: en una palabra, todas aquellas cosas que no entran en el círculo de nuestros propios actos. Las cosas que dependen de nosotros son libres por su misma naturaleza; nada puede detenerlas ni levantar ante ellas obstáculos. En cambio, las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas, sujetas a mil contingencias e inconvenientes y extrañas por completo a nosotros.