Como Cipriano se había pasado la tarde jugando en el parque, no le dió tiempo de preparar el examen que tenía al día siguiente de la tabla de multiplicar y decide ponerse una chuleta en el cuello de la camisa.
Al día siguiente, cuando comienza el examen, la profesora le pregunta.
- ¿A ver Cipriano dime cuanto es cuatro por siete.
- Cipriano echa un vistazo al cuello de su camisa y dice: Veintiocho.
- Muy bien, ahora dime cuánto es ocho por nueve.
Vuelve a mirar el cuello de su camisa y dice: Setenta y dos.
- Perfecto. Y por último dime cuánto es, cien por cien.
Repitiendo la jugada, se mira el cuello de la camisa y dice.
- Algodón.
Al día siguiente, cuando comienza el examen, la profesora le pregunta.
- ¿A ver Cipriano dime cuanto es cuatro por siete.
- Cipriano echa un vistazo al cuello de su camisa y dice: Veintiocho.
- Muy bien, ahora dime cuánto es ocho por nueve.
Vuelve a mirar el cuello de su camisa y dice: Setenta y dos.
- Perfecto. Y por último dime cuánto es, cien por cien.
Repitiendo la jugada, se mira el cuello de la camisa y dice.
- Algodón.