Juegan las golondrinas en el azul sereno.
La horas se amarillan de oro viejo del día,
y un repicar de bronces derrama su armonía,
sobre el catedralicio desfile nazareno.
Sollozando entre flores, con el cuerpo moreno
de Jesús inmolado. En materna agonía,
con las manos cruzadas sobre el pecho, María
crucificada en el aire la angustia de sus senos.
El sol, hacia el ocaso, sus rayos encaminan,
Siguiendo su carrera la procesión camina
dejando como estela fragante y dolorosa,
el lívido recuerdo de Cristo fenecido,
y sobre el holocausto del cuerpo escarnecido,
la angustia de unas manos, bajo la tarde rosa.
JOSE MARIA GALLO.
La horas se amarillan de oro viejo del día,
y un repicar de bronces derrama su armonía,
sobre el catedralicio desfile nazareno.
Sollozando entre flores, con el cuerpo moreno
de Jesús inmolado. En materna agonía,
con las manos cruzadas sobre el pecho, María
crucificada en el aire la angustia de sus senos.
El sol, hacia el ocaso, sus rayos encaminan,
Siguiendo su carrera la procesión camina
dejando como estela fragante y dolorosa,
el lívido recuerdo de Cristo fenecido,
y sobre el holocausto del cuerpo escarnecido,
la angustia de unas manos, bajo la tarde rosa.
JOSE MARIA GALLO.