** CUADRO DE HOGAR **
El ya caduco abuelo,
del rostro enjuto y larga barba blanca,
hace fiestas al nieto más pequeño,
y fingiendo pueriles carcajadas
y haciendo gestos y gritando,
excita las infantiles ansias.
Las inseguras manos tiende el niño,
retira el viejo la cabeza cana
por proteger los frágiles anteojos
que en la mitad de la nariz cabalgan.
Pero a veces sucede que la huída
se hace lenta y le alcanzan
los sonrosados dedos,
que prisioneros quedan en las barbas,
Y gime el maltratado,
y el verdugo inocente chilla y salta
festejando el triunfo.
Y el pobre viejo clama:
- ¡Qué vas a desbarbar al abuelito!
¡Déjate ya de gracias!
Y el pequeñín se ahoga con la risa
entre un coro de alegres carcajadas.
P. O. Tolosa
El ya caduco abuelo,
del rostro enjuto y larga barba blanca,
hace fiestas al nieto más pequeño,
y fingiendo pueriles carcajadas
y haciendo gestos y gritando,
excita las infantiles ansias.
Las inseguras manos tiende el niño,
retira el viejo la cabeza cana
por proteger los frágiles anteojos
que en la mitad de la nariz cabalgan.
Pero a veces sucede que la huída
se hace lenta y le alcanzan
los sonrosados dedos,
que prisioneros quedan en las barbas,
Y gime el maltratado,
y el verdugo inocente chilla y salta
festejando el triunfo.
Y el pobre viejo clama:
- ¡Qué vas a desbarbar al abuelito!
¡Déjate ya de gracias!
Y el pequeñín se ahoga con la risa
entre un coro de alegres carcajadas.
P. O. Tolosa