Estando los tres cenando,
las lágrimas se le caen.
- ¿Por qué lloras, niño hermoso?
- De ver la cena que hay.
Mis padres de pena
no podrán comer
y, aunque tengan ganas,
no tendrán con qué.
y, aunque tengan ganas,
no tendrán con qué.
las lágrimas se le caen.
- ¿Por qué lloras, niño hermoso?
- De ver la cena que hay.
Mis padres de pena
no podrán comer
y, aunque tengan ganas,
no tendrán con qué.
y, aunque tengan ganas,
no tendrán con qué.