Y LLEGÓ EL VERANO
¿Quién no recuerda los veranos en el pueblo?
Esos días de calor sofocante, especialmente al mediodía, en ese gran pueblo de La Granjuela.
Y por la noche al fresco o la fresca era una cita indispensable. Salir con tu silla a la puerta a las 10 de la noche y charlar, recordando leyendas autóctonas. Lo mejor de los pueblos es que hasta debajo de una piedra hay una historia.
Vuelven esos días, en agosto los pueblos se llenan de vida, son o eran tiempos de siega, espigas, viento y sol. Conversaciones cubren los densos parajes de soledad y las campanas en domingo suenan con más fuerza.
El proceso de despoblación de las zonas rurales se debe en parte a un problema de falta de inversiones y desarrollo industrial, no hay suficientes alternativas de empleo fuera de la agricultura.
Por todas aquellas personas que un día tuvieron que emigrar o dejar su pueblo, como decía el poeta y cantautor aragonés José Antonio Labordeta: “Si en algún camino encuentras gente con la casa acuestas no les hables de su tierra, que te mirarán con rabia, con rabia en la voz y el viento, con la rabia en las palabras, con la rabia que produce abandonar lo que se ama”.
Nunca se borrarán esas imágenes grabadas en las retinas, cuando pasado el verano, los que se quedan (los lugareños) y los que se van (los visitantes), recogen las sillas, cierran las ventanas y en un golpe final, sentenciador del verano, el maletero se cerraba, y el pueblo volvía a quedar en silencio.
Pepe J. C.
¿Quién no recuerda los veranos en el pueblo?
Esos días de calor sofocante, especialmente al mediodía, en ese gran pueblo de La Granjuela.
Y por la noche al fresco o la fresca era una cita indispensable. Salir con tu silla a la puerta a las 10 de la noche y charlar, recordando leyendas autóctonas. Lo mejor de los pueblos es que hasta debajo de una piedra hay una historia.
Vuelven esos días, en agosto los pueblos se llenan de vida, son o eran tiempos de siega, espigas, viento y sol. Conversaciones cubren los densos parajes de soledad y las campanas en domingo suenan con más fuerza.
El proceso de despoblación de las zonas rurales se debe en parte a un problema de falta de inversiones y desarrollo industrial, no hay suficientes alternativas de empleo fuera de la agricultura.
Por todas aquellas personas que un día tuvieron que emigrar o dejar su pueblo, como decía el poeta y cantautor aragonés José Antonio Labordeta: “Si en algún camino encuentras gente con la casa acuestas no les hables de su tierra, que te mirarán con rabia, con rabia en la voz y el viento, con la rabia en las palabras, con la rabia que produce abandonar lo que se ama”.
Nunca se borrarán esas imágenes grabadas en las retinas, cuando pasado el verano, los que se quedan (los lugareños) y los que se van (los visitantes), recogen las sillas, cierran las ventanas y en un golpe final, sentenciador del verano, el maletero se cerraba, y el pueblo volvía a quedar en silencio.
Pepe J. C.