AL HOMBRE DEL CAMPO
Hombre de trigo y arado,
hombre de jornal y penas,
el sol y el agua curtieron
tu piel hasta dejarla morena.
Siempre que cantan los gallos
el descanso se te niega,
siempre es el día que comienza.
Cuantos años de silencio
llevas labrador a cuestas,
con tus manos callosas
del esfuerzo hacia tu tierra,
en ese campo andaluz,
que el aire pregona y siega.
San Isidro se ha olvidado
de mejorar tu existencia,
y tú sigues destripando
los terrones de una tierra
que es tuya por el sudor
y por los frutos ajena.
Hombre de trigo y arado,
hombre de jornal y penas,
el sol y el agua curtieron
tu piel hasta dejarla morena.
Siempre que cantan los gallos
el descanso se te niega,
siempre es el día que comienza.
Cuantos años de silencio
llevas labrador a cuestas,
con tus manos callosas
del esfuerzo hacia tu tierra,
en ese campo andaluz,
que el aire pregona y siega.
San Isidro se ha olvidado
de mejorar tu existencia,
y tú sigues destripando
los terrones de una tierra
que es tuya por el sudor
y por los frutos ajena.