Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que le venga en gana. Lo que no parece tan lícito es facilitar y suministrar sustancias a chavales que ni si quiera saben la repercusión que su consumo puede tener para su salud tanto física como mental, y no digamos social, y que sólo reparan en la recompensa inmediata que les proporciona el saberse transgresores de lo prohibido, sin reparar en las consecuencias a largo plazo.