Hoy día, si cierro los ojos y relajo el espíritu, regreso a otro tiempo, hace muchos años. Y en un instante, todo lo de entonces, vuelve: el cortijo, la sierra Horconera, la Ermita, el viento primaveral, el olor a violeta y a otros olores difusos, que producen una turbación arrolladora y emotiva, llena de recuerdos e imágenes. Aunque, sosegadamente, pienso que todo esto, no son más que restos del pasado, con un poso sentimental, que no acepta la decadencia y el fin, de todo lo que fue. También he de decir, que el tío abuelo, contribuyo mucho al buen fin de mi adolescencia, y a que todos, lucháramos duramente, para encontrarnuestro camino, y aun pervive en nosotros, su alegría, mordacidad y espíritu libre.