Bueno, aun quedan muchas facetas de la vida en el cortijo, no comentadas. Algunas de ellas, no llegué a conocerlas, pero si oí testimonios orales. Más bien eran tradiciones que han ido desapareciendo. Por ejemplo, los campanilleros. Iban por los cortijos, con su idumentaria típica, incluidas las campanillas, que hacían sonar profusamente, hasta que se les daba algo, lo que se podía. El tío abuelo, era un admirador impenitente de todas estas cosas, comentándolas después, con su toque de humor característico. Solía decir que Machaquito, un torero que daba nombre al aguardiente seco con que se les obsequiaba, había hecho mas "faenas" entre los campanilleros, que entre los toros. También existía el afilador ambulante, dueño y señor en su mula o burro, de una máquina piedra de afilar y una flauta que hacia las delicias de los pequeños. T Y, hay algo, que olía a miseria, a drama rural, disfrazado de trabajador o trabajadora ambulante: gente escuálida, hambrienta, proveniente de la represión y el lado oscuro, que se ofrecían para hacer cualquier trabajo, por un simple "hoyo" de pan con aceite, y algunos hijos de su madre que aprovechaban el momento y los tenían 10 horas trabajando por el mencionado "hoyo". Eso, solía comentarse en voz baja y en tono de reproche, mencionando a los que lo hacían habitualmente.