La huella del pasado se hace patente en multitud de vestigios que abarcan desde la
Cueva del Ángel, en la falda de la
Sierra de Aras, considerada como uno de los yacimientos del Paleolítico más importantes de Europa; la ciudad íbero-
romana de Morana, al sur del término y cercano al
río Anzur, en el cerro del mismo nombre, con restos de
murallas y un
juego de galerías que conducen a la cámara circular conocida como "cárcel de Morana"; el yacimiento
romano de Los Tejares, conjunto de
hornos de una importante factoría alfarera que se han recuperado en parte. Sin embargo hasta la época árabe no hay certeza de que existiese una ciudad en el lugar que hoy se encuentra la actual. Parece ser que en el actual casco urbano existieron asentamientos ibéricos. Se piensa que durante la dominación romana hubo un núcleo urbano aunque es más aceptada la hipótesis según la cual lo que había era un hábitat disperso basado en grandes villas. La formación del núcleo urbano tuvo lugar entre los siglos IX y XIII, con una pequeña Medina, protegida por un recinto
amurallado con varias
torres, y un gran arrabal que la envolvía por el oriente. La primera cita que existe sobre
Lucena, del año 890, se debe a Ibn Hayyan (los
castillos de la cora de Qabra y al-Yussana (Lucena) cuyos habitantes eran judíos). En 1010, al final del Califato, pasó a formar parte del reino ziri de
Granada, y en 1090 la aljama judía lucentina compró su libertad al caudillo almorávide, comenzando su despliegue económico y cultural. A ella acudieron muchos judíos huidos de Granada y
Córdoba que le dieron el apelativo de la "perla de Sefarad". En el siglo XVI tiene lugar la explosión demográfica lucentina -y con ella el desarrollo del casco urbano- que pasó de contar con unos 1.500 habitantes en 1495 a más de 15.000 en 1550, fecha desde la que sigue manteniendo su supremacía provincial tras la capital. La ciudad se expande hacia el oeste con una trama muy regular y simple, al mismo tiempo tienen lugar grandes actuaciones con el ensanche de
calles y conformación de
plazas. Empieza así a configurarse la estructura urbana del actual casco histórico. En 1618 Felipe III le concede el título de ciudad, que en la actualidad cuenta con alrededor de 35.000 habitantes. Una constante en el desarrollo urbano es el desvío del arroyo Maquedano, constantemente desplazado hacia el oeste, lo cual no hace sino condicionar el trazado urbano; finalmente fue encauzado. El auge económico del siglo XVIII convierte a Lucena en una de las grandes ciudades barrocas. Las actuaciones llevadas a cabo no traspasaron la
arquitectura puesto que no se realizaron soluciones urbanísticas novedosas. Tal vez el único elemento barroco urbanístico relevante fueron las
fachadas, que usaban ricos mármoles policromados. Durante este periodo se erigen un buen número de
conventos. Entre finales del siglo XIX y principios del XX la ciudad queda enmarcada por una ronda, a mediados del siglo XX el extrarradio va ocupándose con la característica trama rectilínea de ensanche. Al oeste se implanta, a partir de la travesía de la
carretera N-331, una zona mixta residencial-industrial. El suroeste se ocupa con implantaciones coloniales de la postguerra y viviendas adosadas recientes. Los arrabales históricos del suroeste se completan también con viviendas adosadas. Al oeste quedan los grandes recintos deportivos y escolares, y al norte se instala la industria en torno a la carretera de
Rute. Los primeros datos documentales de Lucena, debidos a los ataques de Umar ben Hafsun a los judíos de la zona, datan de finales del siglo IX. En el año 1010, al final del Califato, Lucena acabó formando parte del reino de Granada, y el florecimiento económico de este tiempo permitió a la ciudad judía, llamada entonces Eliossana,
comprar su libertad. En ella habían convivido conjuntamente judíos, árabes y cristianos. Durante el califato de Córdoba se constituyó en república judía independiente, dando lugar a la aparición de la Academia de Estudios Talmúdicos, que reunió a grandes intelectuales y poetas de la época. Estuvo dominada por los almorávides durante los años 1090 a 1148, hasta la invasión de los almohades, debiendo emigrar los judíos a los reinos cristianos del norte, instalándose en
Toledo y Narbona principalmente. En 1240 fue conquistada por Fernando III, manteniéndose como frontera, con numerosos y frecuentes cambios de dominio, hasta la conquista de Granada. No podemos dejar de mencionar la batalla del arroyo de Martín González en la que D. Diego Fernández de Córdoba derrotó y apresó a Boabdil, último rey de Granada. En el año 1618 recibió de Felipe II el título de Ciudad. En el siglo XIX la ciudad fue una gran productora de cereales y
aceitunas, además de dedicarse a la fabricación de alfarería y muebles. La
artesanía del cobre y del latón son casi un símbolo de la ciudad. En cuanto a su estructura económica, destaca su alto grado de industrialización, respecto al resto de la provincia, con mayor influencia de los sectores industrial y de servicios, seguidos por los sectores de
Agricultura y Construcción.
El papel de cruce de
caminos desempeñado por la ciudad, conocida como Ciudad de las Tres Culturas (judía, musulmana y cristiana) o como Perla de Sefarad por los judíos de la Edad Media, ha favorecido la ocupación humana de estas tierras desde épocas que se remontan al Paleolítico Inferior y Medio
La Junta de Gobierno de Lucena en la Guerra de la Independencia Española contra Napoleón tuvo un destacado protagonismo.
HISTORIA. Se ha hecho célebre esta pobl. en la última guerra civil. A fines de 1833 el carlista Carnicer recorrió el part. de Lucena con 300 infantes v 40
caballos. A poco amenazó a esta v. con 500 infantes y 8ocaballos. El comandante de su milicia urbana, al frente de 3 compañías apoyadas por los paisanos salió a su encuentro, y después de una escaramuza, que dio por resultado algunos muertos y heridos por ambas partes le obligo a retirarse. En 1.º de noviembre de 1835, sitio a Lucena el carlista D. José Miralles, conocido generalmente por el Serrador, con 2,500 infantes y 50 caballos. La milicia nacional de la pobl., que era su única guarnición, se defendió con valor y heroísmo del asalto de los carlistas; mas habiendo acudido en socorro de los sitiados la
columna del brigadier D. Antonio Buil, obligó a aquellos a retirarse. En este sitio quemo el Serrador todas las masías y
casas de
campo de Lucena. En abril de 1837, fué esta v. sitiada por el mismo, quien con un canon que encontró en el fuerte de Burriana, la atacó después de haberla intimado la rendición. Sus defensores con los acertados tiros de fusilería mataron a los principales jefes que dirigían la batería carlista, y habiéndola retirado estos hicieron aquellos una salida con tanto arrojo y denuedo que el Serrador tuvo que retirarse. Fué sitiada esta pobl. otra vez por el referido carlista en junio del mismo año: su guarnición se defendió con el valor que siempre, hasta que fué socorrida por el brigadier Borso. A fines del mismo año hizo
Cabrera una nueva tentativa sobre dicha
plaza, la que se resistió como lo habia hecho anteriormente, y los esfuerzos de Cabrera se estrellaron en el valor de los lucenses, que le obligaron a desistir de su empresa, sosteniéndose con la mayor tenacidad hasta dar tiempo a que las fuerzas de Oraá viniesen en su apoyo y obligasen a los carlistas a retirarse. En 16 de marzo del siguiente año, fué otra vez sitiada esta población por Llangostera y Forcadell: el 17 por la tarde llegó Cabrera y principió el ataque: el general Borso habiendo sabido en
Castellón el apuro de Lucena, acudió a su socorro: Cabrera le esperó en excelentes posiciones, y después de una reñida y bien sostenida acción, regresó Borso á Castellón sin poder forzar el paso. A pesar de haber sido atacados con artillería gruesa, se resistieron con el valor y heroísmo que tantas veces habían manifestado, hasta que el 5 del siguiente mes el general Oraá la libertó. A principios de 1839, determinó el general Van-Halen introducir un convoy en Lucena, y sabedores de ello los carlistas, trataron de impedirlo: después de un reñido combate en el que hubo muchos muertos y heridos por una y otra parte, consiguió dicho general introducir el convoy en Lucena. Siguió esta pobl. bloqueada hasta junio del mismo año en que la sitió Cabrera, jurando no separarse de allí hasta que la hubiese tomado: los lucenses se defendieron como siempre, pero socorridos por el general Odonell, obligaron a los carlistas a levantar el sitio.
* Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de
España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz.
Madrid, 1848.