!Quépena de
Castillo! ¿No habría modo de, si no reconstruir, al menos conservar lo que queda? Más de una vez subí a lo alto del
torreón, en parte por unas ruinosas
escaleras que había y en parte gateando por el muro interior,
Dejé de subir cuando mi
amigo Aguilera se despeñó al tratar de coger un
nido de primillas. Ocurrió su muerte creo que en el año 1933.