En esos pinos, situados en la falda de subida al castillo, hacíamos flexiones de brazos agarrándonos a unas de sus ramas. Parecíamos monos, pero lo pasábamos maravillosamente bien. Antes o después, solíamos jugar un partido de fútbol en el "terraplen".
¡Cuantas veces debíamos bajar a por el balón allá abajo, donde la "Fábrica"!.
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