HISTORIA. Esta población es indudablemente la Munda bética, nombrada por Estrabon, Hircio, Silio itálico, Plinio, Apiano, Floro, Patérculo, Suetonio y Dion, e innumerables oradores y poetas de Roma, por haberse decidido en su campo a favor de Julio César contra los hijos de Pompeyo, el imperio del mundo; pues el docto Bayer en su carta impresa por los editores valencianos de la historia de España por Mariana, apéndice al tomo 9, demostró que ni el campo de Monda pudo haber sido el celebrado campo Mundense, en que maniobraron dos tan numerosos ejércitos, ni Monda aquella ciudad que sufrió, después de la batalla, un grande asedio; y aunque el mismo señor calificó de casi inaveriguable la reducción de esta célebre ciudad antigua, y presentó a Monturque como el punto que, en medio de tanta oscuridad le ofrecía más probabilidades, D. Miguel Cortés y López, aprovechando con su vasta erudición y profunda lógica, cuántos recursos quedaban a la ciencia geográfica para ilustrar este lugar, ha demostrado la correspondencia de aquella Munda á la ciudad que dejamos descrita. De esta misma frase: aquella Munda, Mundailla, deriva el nombre de Montilla, lo que es muy verosímil, pues nada más frecuente que la permutación de la u y o de la d y r, con lo que acredita no ser menos la analogía de los nombres Munda y Montilla que la de Munda y Monda, la cual, por sí sola, llevó la opinión de los señores Morales, Perreras, Nuñez, Mariana, Celario y otros. Ademas, Montilla está cerca de Córdoba y a su frente, como resulta de Munda en Apiano, Dion, Hircio, Estrabon y Eutropio. Según Estrabon, Pompeyo para ir de Córdoba á Carteya, tuvo que andar 1,400 estadios, la misma distancia que hay desde Montilla. Plinio coloca a Munda entre Attuvi y Urso, y así está Montilla entre Espejo y Osuna.
Han opinado algunos, que vencida Munda y ocupada por César, fué desamparada de sus habitantes y tardó mucho a repoblarse; pero la recta critica del señor Cortés no encuentra mayor razón en prueba de esto, que el no mencionarla Tolomeo, y sabido es lo fácilmente que pudo pasarse por alto a este geógrafo; y aunque así no fuera, haber desaparecido de sus tablas. En tiempo de Estrabon existía Munda; después que Tolomeo ni cualquier otro escritor haya dejado de nombrarla, es poco argumento para convencer que dejó de existir: no todas las poblaciones, a que acontecimientos semejantes han hecho célebres, son de bastante importancia por sí mismas, ni de tal suerte que hayan de llamar con frecuencia la atención de los escritores con la repetición de sucesos que las distingan de las demás ciudades.
Degenerado ya el antiguo nombre Munda en el actual Montilla, vuelve a figurar en las conquistas del santo rey don Fernando III, quien la ganó a los musulmanes y la pobló de cristianos. Habiéndose aumentado su vecindario, obtuvo de Felipe IV el título de ciudad en 24 de marzo de 1630, a petición de su marques D. Pedro de Córdoba.
El fuerte castillo que tenía esta población fué mandado demoler por el rey católico en parte de la pena impuesta a don Pedro Fernández de Córdoba, marques de Priego y señor de esta población, por haber enviado preso a dicha fortaleza á Fernán Gómez de Herrera.
Es patria Montilla de San Francisco Solano, del gran capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, del médico Francisco Solano de Lupe, apellidado el pulsista; del catedrático don Antonio Fernández de Solano, y de don Sebastián Pérez, obispo de Osuna, autor de varias obras.
En Montilla se reunió Cabrera con Gómez en setiembre de 1836, habiéndose desviado aquel desde Córdoba a recorrer algunos pueblos.
Hace por armas dos águilas negras coronadas, y es del señorío de la casa de Medina-celi.
* Diccionario geográfico - estadístico - histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz. Madrid, 1848.
Han opinado algunos, que vencida Munda y ocupada por César, fué desamparada de sus habitantes y tardó mucho a repoblarse; pero la recta critica del señor Cortés no encuentra mayor razón en prueba de esto, que el no mencionarla Tolomeo, y sabido es lo fácilmente que pudo pasarse por alto a este geógrafo; y aunque así no fuera, haber desaparecido de sus tablas. En tiempo de Estrabon existía Munda; después que Tolomeo ni cualquier otro escritor haya dejado de nombrarla, es poco argumento para convencer que dejó de existir: no todas las poblaciones, a que acontecimientos semejantes han hecho célebres, son de bastante importancia por sí mismas, ni de tal suerte que hayan de llamar con frecuencia la atención de los escritores con la repetición de sucesos que las distingan de las demás ciudades.
Degenerado ya el antiguo nombre Munda en el actual Montilla, vuelve a figurar en las conquistas del santo rey don Fernando III, quien la ganó a los musulmanes y la pobló de cristianos. Habiéndose aumentado su vecindario, obtuvo de Felipe IV el título de ciudad en 24 de marzo de 1630, a petición de su marques D. Pedro de Córdoba.
El fuerte castillo que tenía esta población fué mandado demoler por el rey católico en parte de la pena impuesta a don Pedro Fernández de Córdoba, marques de Priego y señor de esta población, por haber enviado preso a dicha fortaleza á Fernán Gómez de Herrera.
Es patria Montilla de San Francisco Solano, del gran capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, del médico Francisco Solano de Lupe, apellidado el pulsista; del catedrático don Antonio Fernández de Solano, y de don Sebastián Pérez, obispo de Osuna, autor de varias obras.
En Montilla se reunió Cabrera con Gómez en setiembre de 1836, habiéndose desviado aquel desde Córdoba a recorrer algunos pueblos.
Hace por armas dos águilas negras coronadas, y es del señorío de la casa de Medina-celi.
* Diccionario geográfico - estadístico - histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz. Madrid, 1848.