La situación privilegiada de
Montoro, situada en un altozano rodeada por un meandro del
río Guadalquivir, ha propiciado el asentamiento humano desde épocas prehistóricas. Las excavaciones realizadas en el Llanete de los Moros han permitido fechar las primeras ocupaciones hace 4.500 años. Debido a su situación estratégica, que permitía controlar las tierras adyacentes y las rutas naturales entre el medio y alto Guadalquivir, se levantaron importantes poblaciones iberas, turdetanas y
romanas. Los griegos la denominaron Aipora. En época
romana se denominó Epora y fue una de las repúblicas confederadas con Roma, más tarde durante el reinado de Augusto adquirió el estatuto de Municipio. Los árabes la ocuparon en el año 712 y levantaron su fortaleza en el lugar que hoy ocupa el
castillo de
Santa María de la Mota, hasta que fue conquistada por Fernando III en 1240. Destruido el
puente que cruzaba el Guadalquivir, la ciudad se propuso la construcción de uno nuevo. Para ello contaron con la colaboración de todos los vecinos. A este puente se le llamó de las Donadas. En agradecimiento por su construcción los Reyes Católicos eximieron a la villa de la obligación de hospedar y avituallar a la milicia. En 1658 se le concedió a la ciudad el título de ducado, cedido al conde duque de Olivares. Las tropas francesas no lograron entrar en la ciudad, aunque lo intentaron repetidamente. En el año 1808 la ciudad fue nombrada Noble, Leal y Patriótica. En 1969 fue declarada Conjunto Histórico
Artístico.