Nuestro
Montoro de hoy, tan distinta en muchas cosas, tan moderno y tan poco "devota de Frascuelo y de María", sigue siendo un Montoro de charanga y pandereta, de mucho ruido y pocas
nueces, "vieja y tahur, zaragatera y triste".
Antonio Machado ponía su esperanza en la
juventud, en que esa eterna vacuedad de
España se desharía con ellos. Sin embargo, murió sin verlo. Los jóvenes que luchan a menudo no lo hacen por la rabia y por la idea, sino porque las futuras calvas apostólicas sean las
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