DEDICADO A ROSA GóMEZ ESPINO.
RELATO DE AMOR DE ESPLENDOR Y ABDEL KARíN
Hubo un califa que era muy noble y de gran sabiduría, este tenía siete visires para ayudarle a gobernar el reino, también tenía siete hijas muy bellas y les mandó que se casaran con sus visires, para así poder mejor controlar su reino.
Seis de sus hijas accedieron a casarse con los visires que las pretendieron, pero la más pequeña que era la más bella de todas, llamada Esplendor, no accedía a casarse con el visir que le pretendía, por ser mas viejo y tener barba, cosa que ella odiaba.
Esplendor, siempre permanecía en los jardines de palacio triste y desconsolada porque no venía un príncipe a pedirla en matrimonio y veía que tenía que casarse con el visir.
Un día, el hijo de un rico mercader, que era joven y apuesto, llamado Abdel Karín paseaba por el zoco y oyó hablar de la belleza de la hija del califa, y encaramándose en un azufaifo que había al lado de la tapia del jardín, accedió a él y al ver a la princesa y contemplar tanta belleza, dijo:
¡ Loado seas Ala ..! ¿ Como has podido crear tanta belleza? Sus ojos son como los de una gacela, sus mejillas como corolas de rosas, sus senos dos conos invertidos y su grupa como el ave del paraíso. Solo un milagro de la divinidad, puede poner sobre esos dos pies finos como hierros de lanza, tanta belleza.
Al oír Esplendor estas palabras miró hacia la tapia y vio al mercader y le contesto:
¿ Como te atreves a entrar en mi jardín y recitar frases tan bellas? Tu ropaje es el de un mercader, pero tus palabras son las de un príncipe enamorado. ¿Quien eres tú?
Y Abdel le contesto:
Yo soy la voz que clama el amor y la belleza y desde hoy pongo mi corazón al recaudo de tus deidades y mi alma se ha enardecido con tu belleza. ¡ Dichoso aquel que muere obedeciendo las leyes del amor¡
Esplendor se retiró del jardín y mirando al cielo exclamo:
¡Oh adolescente de mis sueños y plegarias! Tus palabras han penetrado muy hondo en mi corazón y en ti veo un adolescente de gran belleza. ¡Oh amado mío! Que mi corazón sea tu refugio y el tuyo el jardín donde yo habite.
El mercader viendo que ella estaba enamorada, pidió la mano de Esplendor al califa, este accedió y mandó anunciar la boda por todo el reino, pero al enterarse Abdebarán, que era el visir que la pretendía se opuso a la boda alegando que el mercader no era noble y que Esplendor le pertenecía por derecho. Tu vieron que suspender la boda.
Esto hizo que ambos pretendientes, se enfrentaran en una lucha cruenta entre los vasallos del visir y Abdel Karín y sus tres hermanos, pero al ver el califa que aquella rivalidad ponía en peligro su reino, al ver el pueblo dividido, unos a favor del visir y otros de Abdel Karín, mandó que se presentaran ante él y les dijo:
Los dos sois dignos de mi hija Esplendor, pero aquel que quiera casarse con ella, tendrá que que ir al castillo de Iras y no Volverás y traer la rosa negra, con estas tres condiciones:
Tendréis que venir andando y al mismo tiempo cabalgando, desnudos y al mismo tiempo vestidos, aquel que llegue primero al palacio entes de dos lunas, se casará con mi hija.
Abdel Karín, pidió a un mercader amigo suyo una alfombra voladora y partió con sus tres hermanos, el visir con su mago Nur y su ojo mágico; que tenía el poder de cambiar las cosas de forma, color y naturaleza.
Cuando se encontraron ante la puerta del castillo de Iras y no Volverás, vieron que estaba custodiada por un dragón de siete cabezas; el visir por orgulloso y por creer tener el derecho de ser el pretendiente de Esplendor, fue el primero en emprender la lucha contra el dragón, pero fue abatido por el monstruo y murió por no emplear al mago y su ojo mágico.
Abdel Karín, mandó al ojo mágico del visir que convirtiera una rama de árbol seca en una espada, y al mago, que el fuego del dragón se convirtiera en hielo, fue cortando una a una las cabezas del dragón y después partió su corazón de un tajo, saliendo cuatro diamantes que guardó en su bolsa, por si podrían hacerles falta para el camino de vuelta.
Entró en el castillo, cogió la rosa negra, la metió en un cofre y después de descansar un día, se dispuso a emprender el camino de vuelta; pero se acordó de las condiciones que le impuso el califa y emprendió camino para Basora con sus hermanos.
Cuando llegaron a la ciudad, buscó a un sabio que conocía y le contó el problema, el sabio le dio la solución y este le pagó con un diamante por su favor.
Abdel Karín, dio a cada uno de sus hermanos un diamante y les mandó comprar un pollino de tres semanas, una red de pescadores y comida y bebida para el camino de vuelta; cuando llegaron a las afueras de Bagdad, Abdel mandó a uno de sus hermanos que se adelantara a decirle al califa que entrará en la ciudad con la rosa negra y las condiciones impuestas.
Pero el califa, dudando de que las condiciones que les impuso las superara, no le hizo caso y mandó al mercader arrojar del palacio; cuando de pronto, desde su aposento oyó un gran ruido de gente dando alabanzas a Alá. Este se asomó al mirador y quedó asombrado al ver al mercader, que venia montado en un pollino y al mismo tiempo andando, porque Abdel era alto y el pollino muy pequeño; vestido con una red poco tupida y al mismo tiempo desnudo quedando a descubierto todo su cuerpo.
Al ver el califa tal prodigio, mandó anunciar la boda por todo su reino y en la ceremonia Abdel, posó la rosa negra en el pecho de Esplendor y al instante cambió su color negro por un rojo encendido, como símbolo del amor que le profesaba; el ojo mágico convirtió la espada en una corona de oro y piedras preciosas y Abdel la poso sobre su cabeza; y subiéndose los dos en la alfombra voladora. Se fueron a un mundo de amor y fantasía desconocido.
El califa al sentirse tan feliz, mandó dar cien dinares de oro a todos los súbditos de su reino, y a los hermanos de Abdel, los hizo visires y les dio un palacio, criados y doncellas a cada uno de ellos.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado
Blas Acosta Ruano.
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