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MONTORO: Pasear por La Plaza y la Corredera, era una costumbre...

Pasear por La Plaza y la Corredera, era una costumbre cotidiana que teníamos los montoreños, yo disfrutaba en compañía de mis amigos más íntimos, comentando las cosas más normales, comunes y sencillas, pero encontrando en todas ellas tema de charla amena y hasta en ocasiones burlescas. Yo era un observador de mi pueblo, de sus bellos rincones, de sus gentes, me gustaba sentarme en el “Pollo de las Mentiras” comiendo pipas hasta la lengua picar, observaba a la gente dando paseos, eso me permitía estar en contacto con las pequeñas cosas que luego eran los temas que desarrollaba en mis apuntes sobre Montoro. Tenía gran ingenio en sacar punta al lápiz de los aspectos más insignificantes o intrascendentes de la vida cotidiana de Montoro, me quedaba a solas con mi pensamiento y daba rienda suelta a la “loca” osea, a mi imaginación, y entonces aparecía ese aficionado a la poesía apasionado y sensible que poco a poco fue haciendo algún poema ripiosos y fuera de métrica, el impulso a escribir no me venía por mis conocimientos de literatura, más bien por mi amor y pasión a Montoro, porque ser aficionado de poeta en Montoro no es difícil, solo basta tener conocimientos de literatura, una cultura media y amar a Montoro, porque el amor y la pasión hacen eso, sacar a pasear a la “loca” y sentarse a escribir y emborronar hojas de papel hasta que la loca dice: ¡¡ Eureka!! lo conseguí. Y aunque no llegues a ser poeta podrás decir que has escrito poemas a tu pueblo y eso es lo que me llena de satisfacción, el escribir a mi pueblo sea lo que sea y salga lo que salga, porque sale de dentro del alma más que del conocimiento.


NOCHES SUREñAS


¡Noches sureñas, serenas y desnudas,
Llenas de estío y deleitables!
¡Noches magnéticas y complacientes,
De olores y vientos suaves!
¡Noches de cielo claro y luna llena,
Sin nubes y estrellas grandes!
¡Noches sureñas de mi Andalucía,
De verbenas patronales!
¡Ay noches sureñas de fragancias,
De rosas, jazmines y azahares!
De amores tras rejas arabescas,
De copla y preciosas mujeres.

Blas Acosta Ruano.