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¡Estás en las nubes! Son innumerables las veces que he oído esta frase dirigida a mí.
Mis padres, amigos, profesores compañeros de trabajo, mi jefe y hasta mi mujer que es cuando más rabia me da.
Estoy cansado de decirle a todos que no, que yo no estoy en una nube, ni puedo estarlo, y os aseguro que tengo buenas razones para decírmelo.
Pero confieso que me gustaría hacerlo. Subir a una nube tan solo para ir a un lugar, un único lugar en todo el planeta, mi pueblo, Montoro, Monte de Oro o Monte del Toro, es igual, mi pueblo.
Me deleitaría deslizándome suavemente por:
Sus calles pulcras, sus balcones floreados al sol de primavera, sus plazas plagadas de huellas históricas, sus horizontes de olivos, campos de perlas verdes, perdiéndose en su talle, la sierra, pincelada de colores en Sierra Morena, sus casas blancas de cal y otras a piedra vista, los tejados ocre y otros verdes y amarillos de jaramagos, la torre que parece lanzada hacia mi nube por los arcos del puente, sus iglesias, auténticos museos de imágenes, los niños jugando en el parque, la escuela donde aprendí mis primeras letras, sus bellos rincones llenos de romanticismo y secretos inconfesables, su cementerio, museo necrológico de anaqueles alegóricos de mármol blanco, sus museos de arte, su biblioteca y con un zoom poder leer sus manuscritos, su paisaje, ver correr las aguas por sus calles angostas en el otoño, en fin todo...
¿Cuanto me gustaría estar en esa nube? ¡Que belleza!
Y yo sin poder disfrutarla, con ese malestar que siento, y ese mareo.
como voy a pasear sobre una nube si tengo pánico a las alturas y padezco de vértigo.
¡Como me gustaría disfrutarlo ¡No puedo ir sobre una nube, lo pasaría fatal!
Uff... menos mal. solamente ha sido un sueño... sueño despierto..
Pero no me importaría repetirlo.
Mis padres, amigos, profesores compañeros de trabajo, mi jefe y hasta mi mujer que es cuando más rabia me da.
Estoy cansado de decirle a todos que no, que yo no estoy en una nube, ni puedo estarlo, y os aseguro que tengo buenas razones para decírmelo.
Pero confieso que me gustaría hacerlo. Subir a una nube tan solo para ir a un lugar, un único lugar en todo el planeta, mi pueblo, Montoro, Monte de Oro o Monte del Toro, es igual, mi pueblo.
Me deleitaría deslizándome suavemente por:
Sus calles pulcras, sus balcones floreados al sol de primavera, sus plazas plagadas de huellas históricas, sus horizontes de olivos, campos de perlas verdes, perdiéndose en su talle, la sierra, pincelada de colores en Sierra Morena, sus casas blancas de cal y otras a piedra vista, los tejados ocre y otros verdes y amarillos de jaramagos, la torre que parece lanzada hacia mi nube por los arcos del puente, sus iglesias, auténticos museos de imágenes, los niños jugando en el parque, la escuela donde aprendí mis primeras letras, sus bellos rincones llenos de romanticismo y secretos inconfesables, su cementerio, museo necrológico de anaqueles alegóricos de mármol blanco, sus museos de arte, su biblioteca y con un zoom poder leer sus manuscritos, su paisaje, ver correr las aguas por sus calles angostas en el otoño, en fin todo...
¿Cuanto me gustaría estar en esa nube? ¡Que belleza!
Y yo sin poder disfrutarla, con ese malestar que siento, y ese mareo.
como voy a pasear sobre una nube si tengo pánico a las alturas y padezco de vértigo.
¡Como me gustaría disfrutarlo ¡No puedo ir sobre una nube, lo pasaría fatal!
Uff... menos mal. solamente ha sido un sueño... sueño despierto..
Pero no me importaría repetirlo.